UNA AUTOCRÍTICA Y LOS INTERROGANTES DEPORTIVOS DE LA SEMANA
Un hipercrítico reconoce su error

Juan Roman RiquelmePor: Pablo Llonto. Un periodista que copia mi nombre, y también mi apellido, me ha defraudado. No es de buen hipercrítico, y sí de un hombre en el pajar, cometer la torpeza del desconocimiento. Si el premio Martín Fierro (principal) se otorga a los programas de TV abierta, ¿cómo se le ocurrió escribir esto?: “Despreciados, el programa de Víctor Hugo Morales y Roberto Perfumo (Hablemos de fútbol) o Paso a Paso de TyC Sports, entre otros, tendrán que esperar su tiempo”. ¿No sabía que los programas de cable tienen otro Martín Fierro? El destino de toda crítica debe ser la impiedad. Y el de los desaciertos, las disculpas. Hay una promesa que se reafirma en este momento frente a los lectores y colegas que advirtieron la pifia: nos informaremos más.

Saltearemos, entonces, cualquier referencia sobre lo ocurrido con Fútbol de Primera. Ni siquiera cuando la vanidad nos reclama unas líneas sobre aquella advertencia (lunes pasado) de un premio cantado. La verdad es que no somos dignos de formular observaciones televisivas.

Juan y pinchame

Anhelo que en el tema siguiente la suerte y la precisión nos acompañen.
¿Qué debe hacer el periodismo con una denuncia como la del médico del club Libertad de Paraguay?

Ensayemos tres caminos:
a.- Investigar si el médico de Boca efectivamente aplicó corticoides a sus jugadores, cuándo, dónde, cómo y por qué.
b.- Utilizar sus dichos para elaborar notas acerca de las intrigas que siempre desatan los derrotados.
c.- Darle un lugar a la noticia en el fondo de los diarios y de los noticieros a la espera de un minuto, una hora, o un día que, finalmente, borre el pasado.

Es demasiado pronto para apostar a ciegas por alguna de las respuestas. Pero hagamos el ensayo durante los próximos días teniendo en la mano los matutinos que cada uno de nosotros consume.
Si a) resultara la correcta, el ultrajado honor de nuestras páginas deportivas habrá sido vindicado.

Pinchame Juan

Más de un centenar de deportistas retirados recorre o ha recorrido los consultorios con un desconsolado reclamo: “Doctor, arrégleme la cadera”, "Doctor arrégleme la rodilla”.

Las infiltraciones mágicas que aplican con esmero los diplomados, ¿son doping?  Las múltiples necrosis en los huesos por uso reiterado de corticoides, ¿merecen que alguien diga basta a los pinchazos?

Quizás un admirable artículo sobre los medicamentos que abundan en los vestuarios y en las miniheladeras de los médicos  se esté preparando, a esta misma hora, en alguna redacción; o volando en la mente de un productor de TyC Sports o Canal Siete.

Nos confunde el deseo de ver a miles de colegas buceando, dudando; buscando la verdad. Es que uno sueña con no darle la razón a Lovecraft y descreer de su máxima: “el periodismo es un oficio fácil. Sólo es cuestión de escribir lo que dicen los demás”. 

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