SECUELAS DEL CHOQUE AFA-K VS. CLARÍN
Se viene el estallido  

Victor Hugo MoralesPor: Pablo Llonto. ¿Cuántos son los periodistas deportivos que aceptaron cerrar la boca en estos últimos años? Lo dijo Víctor Hugo Morales al opinar sobre TyC y Clarín: “tenés un ochenta por ciento de periodistas que difícilmente puedan opinar sin pertenecerles a ellos...arrasaron con las conductas éticas. Generaron un periodismo deportivo que es una vergüenza. En la mayoría de los casos, se trata de muchachos que sólo saben juguetear por televisión incapaces de generar una opinión y sólo capaces de hablar rapidito para no tener que pensar...”

La gran sanata del periodismo independiente, puesta en escena hace pocos días por Ernesto Tenembaum en una frase de la que nunca podrá despegarse (”el verso de los monopolios”), tal vez admita que ha empezado el momento de la derrota. Es hora de alborotos. Toda la prensa futbolera discute y ya se habla del fin de las prebendas.  Y en consecuencia, la posibilidad de que aquellos periodistas del silencio se despeguen del pasado y empiecen a contar todo lo que saben.

Convertidos a la fe católica del megamonopolio, los escribas, conductores y comentaristas de los setenta medios que controló y controla “la cornetita”, en todo el país, no fueron los únicos que se arrojaron hacia los brazos protectores del sígrondonismo. 

Es que la vieja empresa TyC (a quien en los 90 sólo Diego Bonadeo y algún osado en Página 12 llamaba Torneos sin Competencia)  no sólo había comprado los derechos de televisión, boxeo, golf, juegos olímpicos, tenis, ajedrez y carrera de embolsados… también compró periodistas. Barrió, uno por uno, con los embriones de independencia y periodismo crítico. Cincuenta mil dólares por mes ganaban Macaya Márquez y Marcelo Araujo en los tiempos del carnaval carioca menemista.

Se asoció con Clarín, se adueñó de La Red, le vendió derechos a América, al nueve, a Telefé, compró El Gráfico, sedujo y conquistó a Fox Sports, participó en sociedades con canales de toda Latinoamérica y aquí recurrimos al bondadoso etcétera.

Los adictos, entonces, pulularon. El lote de periodistas que sermoneaba oficialismo deportivo era cada año más grande. Llegó un momento en que hasta las escuelas de periodismo deportivo pasaron a formar parte del esquema de captación. Aquella travesura que bautizaron “pasantías”, permitió que los medios de comunicación vinculados al monopolio del fútbol se llenaran de jóvenes estudiantes de aquellas escuelas (ni siquiera Deportea resistió a la manzana del pecado y la entrega) que eran enviados a trabajar por salarios de hambre en algunos de los brazos del pulpo.

¿Y cómo serán las cosas de ahora en adelante?

El llamado de Víctor Hugo al cese de la claudicación es de lo más saludable que le ha ocurrido a nuestra prensa. 

Fueron años en los que los propios periodistas mataban la verdad, pero sólo unos pocos denunciaban ese crimen. 

Sabemos que el hampa organizado de la calle Viamonte odia a Víctor Hugo Morales. Por eso el gran gesto que esperamos del gobierno para probar que ningún pacto mafioso lo une a Grondona es ofrecerle el relato de los partidos por Canal Siete al compañero uruguayo. Al menos, uno. El primero de esta nueva era. Sería el mejor símbolo de que asoma la libertad.

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