LA NACION Y BIELSA
Yo pecador

Marcelo BielsaLa NaciónPor: Pablo Llonto. Desviados por los malos hábitos de generaciones y generaciones, los periodistas deportivos fuimos ganados por la soberbia de una profesión que convierte en ídolos a cualquiera de los mamarrachos que habita esta tierra. En verdad, vale esto para prensa deportiva, política, de espectáculos, económica y tantas variaciones de este oficio, colmado de vanidades.

Ya hemos dicho que fue un periodista de ficción, el entrañable Minguito Tinguitella de la Voz del Rioba, quien le dio forma a la reflexión eterna sobre uno de nuestros roles más lamentables. Decía él, amenazante, frente a un entrevistado reacio: “mirá que nosotros te podemos levantar un manolito o te podemos hacer una lápida”. 

Días atrás, el colega Cristian Grosso desarrolló una columna en La Nación bajo el título “La histeria de la prensa es culpable”. Una interesante meditación sobre las culpas de la prensa deportiva en el aberrante papel que cumplen gran parte de los miles de hinchas que van a la cancha creyendo que se trata de un coliseo romano y que los futbolistas, antes que trabajadores, son esclavos o leones.

El disparador usado por Grosso fue una frase de Marcelo Bielsa: “Una porción de la prensa considera que al conjunto que perdió hay que destruirlo y buscar argumentos para que quede como inútil”. 

Muy saludable la intención de Grosso, y muy poco espacio el brindado por La Nación para los razonamientos que buscan la sensatez. Grosso, como muy pocos, se interroga en la mitad de la columna: “A los medios nos cabe preguntarnos qué responsabilidad nos toca. Mucha, no podemos hacernos los distraídos. Tantas veces fomentamos esas turbulencias. Hay intencionalidad y hasta operaciones de prensa”.

Lo sabemos. Otros periodismos han venerado dictadores, presidentes que arruinaron países, ministros, empresarios que hundieron a la Argentina y a sus fábricas, políticos que anuncian hecatombes y apocalipsis. Sus pecados, si se quiere, son mayores. Pero eso no exime a la prensa deportiva, la que siguió y sigue el mal ejemplo de José María Muñoz de felicitar a cualquier panqueque por cualquier cosa. La que sigue el ejemplo del diario Olé de incentivar el barrabravismo periodístico cuando su microscópico Jefe de Redacción Leo Farinella, escribe hace unos días que “si hay jugadores falopa, sos un equipo falopa” para referirse al club de sus amores, y de los negocios de Olé, River Plate.

Los anhelos de muchos estudiantes de periodismo deportivo no son los de una profesión con autocrítica, con humildad, con ganas de apartarse del elogio fácil y su contracara, el incentivo a la matanza colectiva de entrenadores cuyos equipos funcionan sin resultados, o planteles que no levantan copas. Hay quienes ya desde chicos, desde las pésimas escuelas de periodismo deportivo, vienen con la frase “ése vino a robar”, bajo el brazo.

Ojalá que el recuadro de Grosso se coloque en las carteleras de las redacciones, y en las de las escuelitas. También en La Nación, en cuyas páginas puede leerse la metódica frase que hoy lleva calma al equipo de Alves: “Boca es una gran bola de fuego”.

Algún día seremos mejores.

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