LA MUERTE DEL PERIODISTA JUAN JOSÉ LUJAMBIO |
Te fuiste sin saber |
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Pobre Lujambio… Sólo hablarán de tus obsesiones. De tus sabias dotes de prestidigitador de aquellos teléfonos gordos y negros, a los que dejabas ardientes hasta encontrar al “hermano del ocho de Platense” para que te contara si el desgarro era en la pierna derecha o en la izquierda. Para vos ésas, y no otras, eran las primicias.
Pobre Lujambio, nunca podremos terminar la discusión de si aquello era o no intrascendente.
Pobre Lujambio… Qué épocas extrañas te tocó vivir. Si alguna vez pensaste que el periodismo deportivo iba a evolucionar, te fuiste sin saber que aún perdemos el tiempo en estupideces más graves de la de aquel hombre que vos admirabas y nosotros odiábamos. Sí, Lujambio, ha nacido un periodismo más opaco que el de José María Muñoz. Ayer nomás, el mismo día en que partías, Marcelo Palacios y Gastón Recondo le dedicaron un cuarto de hora en TyC Sports a una polémica a tu medida: si estaba bien que Coco Basile, por ser entrenador, se metiera -por tercera vez en la Copa América- en la pileta del hotel. Se habían inspirado, querido Lujambio, en la profunda tapa del diario Olé, con Basile en malla, medio cuerpo afuera de la piscina y un título pensado hasta la madrugada: “El Coco Sarli”.
Pobre Lujambio, tenías razón, no había que ensañarse con los colegas. Comparados con éstos tarugos, aquellos eran Rodolfo Walsh.
Pobre Lujambio… Te fuiste sin saber si la locura de tantas estadísticas servía para algo. Vos, tu portafolio desvencijado, tus montañas de papeles llenos de anotaciones que nunca pasarías en limpio. Nunca imaginaste el mundo de las laptops, ni que los diarios llegarían al extremo de comentar que un equipo lleva seiscientos cuarenta y seis minutos y tres segundos sin meter goles…con el parietal izquierdo. Vos Lujambio, que te preocupabas por saber, simplemente, cuántas veces Boca le había ganado a River o viceversa.
Pobre Lujambio… Nos reíamos de tus estadísticas a pulmón y ahora nos quieren hacer creer que son lo único que importa.
Pobre Lujambio… No querías venir a las asambleas, donde reclamábamos por tu aumento, tu efectivización y tus derechos. Merecías que Clarín te tratáse mejor y, al menos, te diese un escritorio. Pero claro, le tenías miedo al Grupo. Y el Grupo, ¿sabés que hizo? Consiguió a los garrotazos que ya nadie alzara la voz, ni por Lujambio, ni por nadie.
Pobre Lujambio… Eras un periodista que moría por el dato preciso, y te fuiste un domingo, tu día preferido, el día en que las manos nunca te alcanzaban para buscar la verdad, justo cuando la mayoría de los medios ocultaron, bajo el manto de “cruel enfermedad”, la verdad de tu muerte.
Pobre Lujambio, se nos fue de cáncer, y él no lo hubiese dicho.
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