BONADEO, DOMINGO AL MEDIODIA
El regreso

PLANETA BONADEOPor: Pablo Llonto.  El periodismo deportivo puede tardar siglos en construir un estilo diferente. Lo han acostumbrado al verso, a la falta de virtudes, al negocio fácil, a huir de la literatura, del compromiso, de la política. Mayorías de cronistas prefieren la estadística a la memoria. Y sin memoria, no hay más que números y se pierden las maravillas del pasado, las historias del pasado, cuando un cacho de dignidad honraba el deporte, la camiseta, el triunfo y la derrota.

El regreso de Gonzalo Bonadeo a la TV abierta (primero con Sudáfrica Hoy y luego con Planeta Bonadeo (domingos a las 12.00 por Telefé) acaso pruebe que, frente a toda regla, existe la excepción.

Es aventurado obsequiarle alabanzas venideras a un programa que recién dio su primer paso. En realidad, se trata de reivindicar más a Gonzalo Bonadeo que a un programa cuyo destino se inició el domingo 11 de abril. Y si bien Gonzalo es lo que son sus programas, o los programas llevan la sangre de Bonadeo, bueno es saber de qué clase de periodista estamos hablando.

En una de las últimas entrevistas Gonzalo Bonadeo dijo: “La idea es que el deporte sirva para charlar sobre otras cuestiones, sean cotidianas, históricas o sociales, que lo rodean”. Aquí esta el periodista que buscamos. 

Siempre hemos pensado lo mismo desde aquel hermoso día en que el deporte dejó de ser una pelota, una lesión o el banco de suplentes. La vida del periodista deportivo no debía remitirse a la actualidad de un campeonato o a los límites de una línea de cal. “Eso es política, y yo hago periodismo deportivo”, repetían y repiten los papagayos de la prensa servil e indiferente. El miedo, o la billetera, los llevó siempre por los mismos rumbos: el avisito, el viaje al Mundial, la invitación a un asado con los ídolos. Por cualquier cosa se regalaban. Aquel periodismo es el que permitió que tengamos Grondona por tres décadas y dirigentes grondonistas tal vez por toda la vida.

Gonzalo Bonadeo formó  parte de la generación que en los 80 se mostró dispuesta a romper moldes. El más sólido de ellos, el que llevaba el rostro de José María Muñoz. Del elogio fácil y la prensa que rodea al poder, nos habíamos nutrido. Había que dinamitarla. Aparecieron entre otros y en la prensa gráfica, Ezequiel Fernández Moores, Gustavo Veiga, Alejandro Fabbri, Mariano Hamilton, Walter Vargas, Alejandro Caravario, Alejandro Guerrero. 

Siempre en minoría, Gonzalo Bonadeo y “los otros” veían que también en la radio, y mucho menos en la tele, se encolumnaban tras la prensa rebelde nuevos compañeros.

Gonzalo fue baluarte con el archivo (no es casual que su productora lleve el nombre de Pasado Perfecto) pero evitó las nimiedades y buscó en las penumbras de los hechos y eventos dolorosos. Gracias a él se conocieron documentales perdidos sobre el Mundial 78, bochornos del fútbol y de los Juegos Olímpicos o escándalos que permiten las reflexiones sobre qué deporte queremos y qué deportistas anhelamos.

Ahora tendremos que arrimarnos a la pantalla de cada domingo y comprobar la perseverancia de un estilo de periodismo que no utiliza los verbos complacientes. Para eso estará Gonzalo Bonadeo. Y ojalá que unos cuantos estudiantes de periodismo deportivo acepten la invitación.

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