MENOTTI ACUSA, PERO NO SE SABE A QUIÉN |
Flaco, hay que dar nombres |
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La histórica y saludable fantasía de Menotti, abolir el resultadismo, se entremezcla ahora con su otra fantasía: el periodismo. Como ocurre cada vez que asoma un torneo importante, la verba del técnico es contratada con excesiva generosidad. No está mal. Pero Flaco, necesitamos que seas más valiente.
El periodismo ofensivo
Quienes desde el periodismo pelearon y pelean por tus ideas (no vamos a exagerar con eso de que dieron la vida por vos) necesitarían que, en tus advertencias, no seas lo especulativo que no querés ser en la cancha.
Para jugar de Menotti en el periodismo es necesario que la audacia también sea infinita.
¿Quiénes son para vos los que andan por los bajos fondos del periodismo? ¿Quiénes son los buenos y los malos?
Nombres, hay que dar nombres. ¿Quiénes son algunos periodistas irritados y sin ética?
También en el periodismo, en la crítica, hay menottismo y bilardismo. Tus aversiones, Flaco, que son las nuestras y están puestas en boca de Osvaldo Bayer, de Diego Bonadeo, o de algún entusiasta hipercrítico que practica “el periodismo que le gusta a la gente”, no merece la traición de los silencios.
Si vas a pegar, pegá. Pero los lectores no estamos para indagar o para adivinar, estamos para leer. Luego para opinar. Y necesitamos información, hechos, datos.
Nuestro idioma, el más lapidario de todos, ha parido un verbo sensacional en el que vos, Menotti, no es bueno que te embarques: ningunear.
El ninguneo, quizás un argentinismo, merece que uno de tus ídolos, Serrat, le dedique un “harto ya de estar harto”. Ningunea Diego Gvirtz, ignorando en su TVR las mil y una barbaridades del kirchnerismo; ningunea Página 12, cuando no investiga a la señora de Noble acusada de apropiarse de hijos de desaparecidos; ningunea Canal 7, al no mostrar los escandalosos aumentos de precios en los supermercados.
Acaso debas saber, Menotti, que quienes en el periodismo “pensamos en el arco de enfrente” no ninguneamos.
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RESPUESTA DE PABLO LLONTO A LECTORES SEMIENOJADOS (QUE DEJARON MENSAJES EN EL LIBRO DE VISITAS - ABIERTO AL PÚBLICO).
Querido Rodolfo: Gracias por preocuparte por mi salud ideológica. Si fueras consecuente te interesarías por saber quién ha denunciado más las barbaridades del stalinismo, los partidos comunistas, los burócratas de izquierda o los iluminados dirigentes de mucha de la izquierda mundial: si vos, o yo. El debate es más simple de lo que pensás. ¿Te gusta tanto la libertad? Pues a defenderla de principio a fin: dejá que exista la libre expresión. En Cuba, en Estados Unidos y en el noticiero de América TV. Y si tenés dudas de que a Dalmasso no la mató el capitalismo, preocupate por consultar dos datos. ¿Sabés cuántos crímenes “pasionales” hubo en la historia entre militantes socialistas y anarquistas? Te costará bastante. ¿Sabés cuantos marxistas murieron en manos de los marxistas en el poder, por exigirles libertad, nada de privilegios y respeto a la verdad? Eso no te costará demasiado, hay cientos de miles.
Y no nos hagas reír con el derecho a la privacidad, justo aquí, en el país que más camaritas de seguridad y TV posee en el mundo. La foto de Dalmasso es la foto de nuestras miserias. Nunca se las ocultes a tus hijos: es inútil, las verán antes que vos.
Querida Mercedes: Brillante tu ácido análisis punto por punto. Si todos los lectores hicieran eso con los diarios de este país, ¡ qué periodismo tendríamos! Ahora… que América TV haya mostrado las fotos para elevar su rating no es novedad, cada canal pone cadáveres -algunos que respiran- todos los días. Pero ese no es el tema. El bellísmo canal Encuentro también pone escenas de muerte y cadáveres en sus documentales, y no busca rating como América TV. Si Encuentro mañana decidiera mostrar las fotos de Dalmasso como parte de un trabajo de investigación lo hará de manera distinta que la utilizada en el “método América”. Y allí está el punto. Por eso, vos y Rodolfo, deberían releer el texto inicial. Pero primero lo primero, y eso es defender los principios: censura y autocensura cero. Te propongo un ejercicio en casa: decile a tu esposo, tu hijo, tu hermana o a las arañas que a partir de mañana no podrán ver tal o cual escena en la tele. Luego deciles que él o ella hagan lo mismo con vos: que te establezcaN también una prohibición, a su elección. Descubrirás entonces lo que pasa por la cabeza de un censor.