JUEGOS PANAMERICANOS Y DEPORTISTAS SIN ESPACIO EN LOS MEDIOS
Ni oro, ni plata, ni bronce

Logo Río 2007Por Pablo Llonto. Viene a mis enojos el enojo mayor de un lector hipercrítico, a quien le parece que hay demasiada ingenuidad en mi ácida postura frente al profesionalismo. Y tienen razón, él y yo. La reciente cobertura de los Juegos Panamericanos por los medios ha confirmado el lugar que ocupa el deporte amateur en la Argentina. Sí, aunque nos digan lo contrario, seguimos pensando que más de la mitad de los 400 deportistas argentinos que fueron a Río de Janeiro son deportistas de barrio y no de Nike, Adidas o desodorante Rexona. Merecían más que una mención en la tabla de los resultados del día.

Amateur, vade retro

Para nuestra televisión, los Panamericanos existieron solamente para Canal 7. Los demás, simplificaron los Juegos en alguna nota a quienes subían al podio.

Salvo excepciones, para la prensa escrita, no hay historias deportivas si no hay medallas, medallero y los tres metales mentirosos. De la radio y sus fríos flashes mejor no hablemos. ¿A nadie le importa entrevistar al último? ¿No les parece una delicia el programa de FOX que siguió la campaña de Atlas? 

Poco se hubiese sabido de la vida del karateca Francisco Nievas (argentino, para su información) de no haber logrado el oro. ¿Quién hubiese escrito que este chico abre todas las mañanas un kiosko de diarios como empleado en Mar del Plata?

Hay dos lados en el deporte, como en la vida. De un lado de la línea están los de la apología del éxito y el dinero.

Los otros, son los más silenciados.

En este momento, miles de corredores, boxeadores, saltadores, nadadores, cierran el bolsito y se llevan a casa el sueño de una gloria. Sí señores, hay gente que sueña con el aplauso y la plaza del pueblo llena coreando su apellido.

Otros, incluidos los boxeadores cubanos que se marchan a Alemania para cambiar dignidad por dólares, saben lo que les espera: doping, contratos truchos, evasiones, arreglos de peleas, de partidos…

En el periodismo deportivo, como en tantos otros, el sonido que más se escucha es el cling, de la caja. Entonces, la foto de Palermo nadando en un hotel cinco estrellas de Salt Lake valdrá la portada de un diario, mucho más que la foto del esfuerzo, casi marciano, de una nadadora argentina llamada Marianela Mendoza.  ¿Cómo, no la conocen? Caramba…

Probablemente el lector y millones más prefieran tener en el celular las últimas noticias de la corrupta NBA, o la transferencia triangulada que le permitirá a River, a Boca o a Racing eludir impuestos para traer un futbolista de Colombia.

Disculpen entonces por distraerlos con estas cuestiones del alma. Ocurre que siempre nos hablaron, en las universidades, escuelas de periodismo y redacciones de la bella frase de un barón de Coubertin. Y lo peor es que nosotros nos creímos el discurso de esos periodistas que repetían “lo importante es competir”.

Así estamos, con el deporte amateur enviudado de información. Apenas rescatado y mal, cuando se acercan los Panamericanos o los Olímpicos.

El deporte profesional es minoritario. El amateur, al que inclusive le perdonamos sus veleidades por acariciar el profesionalismo, es mayoritario.

Poner las cosas en su lugar, querido lector, reclamar mayores espacios para quienes sudan la camiseta (que ni siquiera tienen) por amor al deporte, es nada más que intentar la democratización del periodismo. Escribir más, de quienes son más. Un ciudadano, un voto. Un ciudadano, un minuto de televisión.

Y en esa democratización, la del deporte.  

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