MENOTTI. BASILE, PAGANI |
Un cacho de autocrítica |
|
En la última semana dos hechos revelaron cuán lejos estamos de la tolerancia y cuán lejos de la verdad. El entrenador de la Selección eleva su voz ante los micrófonos y le imputa al cronista: “Vos sos contra mío”. Promete no responderle sus preguntas. El comentarista de Clarín eleva su voz en TyC Sports para decirle a Fabbri que nadie censuraba a los antimenottistas en el Gran Diario Argentino cuando el César era el DT.*
Los Iracundos
Las imágenes del pasado, primeros episodios de éstas que se comentan, recuerdan una dictadura dentro de otra dictadura. Fue Menotti y el menottismo ciego quienes impulsaron la idea del periodismo alineado.
De ella bebieron otros.
Con la entusiasta colaboración de unos cuantos medios de comunicación, encabezados por Clarín, la oposición futbolera fue reducida a su mínima expresión.
Busque usted un comentario crítico a Menotti en El Gráfico 1976-1982, Clarín 1976-1992 o en las radios Rivadavia (la más escuchada de entonces) o canales de televisión de la época. Era inconcebible.
Y eso que el concepto “bilardismo” aún no había aparecido.
La soberbia Menotti era implacable.
Quienes pasamos por el menottismo varias veces, pecamos de ingenuidad. Estábamos en la sección deportes de Clarín convencidos de los valores morales y democráticos de un fútbol que, muchos, llamaban “de izquierda”.
Pero quienes se proclaman de izquierda, o pretenden tomar una rosa roja con sus manos para posar de socialistas, no pueden consentir la impunidad de quienes pretenden el silencio de “los otros”.
Fabbri fue despedido de Clarín en 1982 junto con otros compañeros. No por su filosofía futbolera. O tal vez sí. Fue por la salvaje represión a quienes pregonaban ideas de justicia. Quería Fabbri que el diario de la Noble respetara los mínimos derechos laborales. Formaba parte, junto a varios integrantes de la sección Deportes también despedidos, de una generación que peleaba por sus libertades.
Todo lo que ha contado Fabbri el pasado miércoles en la mesa de Estudio Fútbol fue cierto. La censura y autocensura que reinó en Deportes de Clarín (ni hablar de Política-Clarín o Economía-Clarín) es de las tantas historias indignas de las redacciones nacionales.
Si Menotti y Basile quieren aprender una lección sobre tolerancia pueden acudir al manual no escrito del actual técnico de Chile.
Bielsa, de quien nos molesta casi todo, empezando por sus obsesiones por demostrar que el fútbol es un juego altamente previsible, es el entrenador más democrático del planeta. Famoso fue su raye histórico con el trato a los medios. Nunca dio, en su vida de entrenador de Selección, una entrevista exclusiva. Siempre conferencias de prensa. Y trató con el mismo respeto al director de la CNN que al humilde vestuarista de FM La Corneta.
El hecho, calificado por algunos analfabetos como demagógico, demostró que existía un método para terminar con los lameculos.
Cuando integrábamos la redacción de El Gráfico en el 2000, otra anécdota remedió una de las falencias del sistema Bielsa. Como don Marcelo evitaba que un mismo periodista hiciese un ramillete de preguntas en la conferencia, media docena de redactores de El Gráfico se distribuyeron por todo el salón llevando cada uno de ellos dos o tres consultas. Bielsa les respondió a todos.
Al final, entre unos y otros, El Gráfico tendría resueltas todas sus dudas. En los ojos y la sonrisa de Bielsa se notaba su aprobación. Ni él había violado su palabra, ni la tenue oposición de El Gráfico le había “robado” una exclusiva.
Hagan el favor
Basile quiere que los periodistas deportivos le sean leales. Pagani afirma que en Clarín no hubo censura. Menotti desenfunda cada vez que se le habla de los bochornos del Mundial 78.
Las ideas futbolísticas de lo que se llama Menottismo, que aún nos parecen agradables, no justifican las desagradables tareas del seguidismo y el púlpito.
Los tres personajes aún están a tiempo. Frente a aquella enfermedad, el único remedio es la autocrítica. Y si es espontánea y pública, mucho mejor.
* Por si no lo vio, sáquelo de las sombras desde aquí
Opiná sobre esta columna en nuestro libro de visitas