ADIÓS JUNIO/  
Que pase el que sigue

CHACARITA CHICAGO/Por: Pablo Llonto. Como quien tacha líneas sobre una pared, el periodismo deportivo argentino saca un lápiz, marca lo suyo, y se retira del último Clausura, sin gloria, sin pena, sin asuntos propios para destacar. Se ha despedido otra temporada. Campeonatos emocionantes, quién lo duda, pero al mismo tiempo, en cuestiones de periodismo no tenemos para recomendar más que lo ya recomendado.

Somos, en definitiva, una muestra de rutinas y mediocridades y se nota poco ánimo para combatirlas. Un campeonato más con Marcelo Araujo y sus laderos microfonistas de campo de juego, símbolos de la analfabeta forma de relatar y entrevistar que heredamos de Canal 13, de TyC, y que nuestro estado nacional cobija en una muestra de su incapacidad para decirle NO a Grondona. Un campeonato más... con los periodistas del único diario deportivo asfixiados por una dirección amarilla y retorcida que impide la creatividad, la investigación y huye de los textos bien escritos. Quedan pues, lo dijimos, las recomendaciones de siempre: Ezequiel Fernández Moores en La Nación, Veiga en Página 12, ciertos aciertos de Un Caño, algunas notas de Tiempo Argentino, los relatos y comentarios del equipo de radio Continental, el afán de Gustavo Grabia para denunciar a los barrabravas, los reportajes de la revista La Garganta y, eso sí, los anónimos periodistas que luchan contra el mediopelo en los medios alternativos.
 
Se ha ido junio también, con noticias malas. El 11 falleció Teófilo Stevenson, uno de los más grandes deportistas de la historia mundial. El mismo día murió Camilo Taufic, el inteligente periodista chileno que sirvió de formación a decenas de periodistas de Latinoamérica. No sé si llamarlo el padre de la lucha contra la objetividad, pero si no es el padre, es el tío. De él aprendimos que no debíamos temer decir nuestra ideología, nuestro favoritismo, nuestros ídolos, nuestros odios y nuestros amores. La subjetividad al palo, y de paso decir de qué cuadro somos.
 
Porque de qué vale ocultar que estamos tristes, que nuestro Chaca querido se ha ido nuevamente a la tercera categoría y que quizás, por un tiempo, el club de nuestros amores no regresará, hundido por el mal manejo, mal gobierno, mal todo.
 
Ha sido un otoño-invierno olvidable. De oportunidades desperdiciadas. Las buenas plumas y los talentos radiales y/o televisivos no podían soñar con otra oportunidad como esta. Con semejante mes de junio colmado de electricidades y fiestas, glorias y dramas, los hechos que sucedieron eran capaces de resucitar los viejos talentos de un Soriano, de un Ardizzone...
 
Sin embargo estamos aquí. Casi remedando el “Como decíamos ayer...” Sin una promesa joven del periodismo para recomendar, sin alguien que asome, en los medios tradicionales, dispuesto a rebelarse, a cambiar el molde. Cuánto nos perdimos si las manos de un cronista joven hubiesen vibrado al recordar al cubano. O alguien con inventiva y buen tacto hubiese logrado conmovernos con alguna crónica de la casi hipoquinésica serie de finales y definiciones que vivimos.
 
Pero no fue así. Nada nuevo bajo el sol. ¿Será para la próxima?

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