TOC POR MEDALLAS/
Suerte para la desgracia

German Lauro y Juan Manuel Cano Ceres/Por: Pablo Llonto. Cuando llegan los Juegos Olímpicos un trastorno obsesivo compulsivo se apodera de los periodistas deportivos. La manía por las medallas, que ahora se ha transformado, también, en manía por los diplomas. Estos resultadistas-bilardistas andan de nuevo al acecho con los ojos puestos en el medallero general y se burlan de los últimos y de los penúltimos, se mofan del primera ronda y casi, casi, piden lapidaciones para aquellos que regresen a Ezeiza sin la presea del consumo. En la foto: Germán Lauro (Lanzamiento de bala) y Juan Manuel Cano (Marchista)

Gloria entonces a Germán Lauro, perdedor en las finales del lanzamiento de bala, más gloria a la Peque Paula Paretto, judoca eliminada: Gloria nuevamente a los Yamil Peralta, y en él a los boxeadores fuera de carrera, al marchista Juan Manuel Cano que terminó vigesimosegundo entre 56 a las remeras María Clara Rohner y Milka Kraljev decimoquintas en la tabla general del doble par.
 
Y que sigan los sin podio.
 
A una semana de los Juegos, la tentación de la mayor parte de los analistas los arroja hacia el criticón: “escasa cosecha argentina”. Menos mal para estos amigos de la máquina de calcular que existió un Del Potro el fin de semana que les concedió el deleite de un bronce.
 
De aquellos criticones y criticonas, quienes siempre están dispuestos a dar la nota ultra son Gelblung y su club de seguidores. Esta vez lo hizo cuando los argentinos perdían y perdían y mientras entrevistaba a un sorprendido doctor Lentini (Néstor, el deportólogo que alguna vez dirigió los equipos médicos del CENARD). “¿Digame doctor, no deberíamos importar negros o chinos para ganar alguna medalla?” le preguntaba Gelblung a Lentini, al finalizar la semana, cuando la Argentina tenía ceros en la tabla de medallas. Lentini respetuosamente le dijo con su silencio “por qué no te vas un poquito a la mierda” mientras toda la claque organizada en el estudio de radio Mitre celebraba los horribles chistes del Jefe.
 
Estos días, con medallas o sin medallas, traerán al mismo tiempo la confirmación del escaso ingenio literario, o de producción, o de relato de nuestros “seguidores de Juegos”. Anclados en el día a día, aún no se parió la mejor nota o entrevista de Londres 2012. Aún resta para ilusionarse. Estaremos esperando, en realidad, aquello que han llamado “El elogio del fracaso”, un oxímoron que dicen que dicen otros, que debemos a Samuel Beckett. Una filosofía extraña para el deporte capitalista, un rescate sencillo nomás de aquello que denominó “probar de nuevo” o, sencillamente “fallar nuevamente y mejor”.
 
Y no se trata de pedir demasiado. Mientras todos quieren ver la aureola colocada sobre triunfadores, nosotros quisiéramos ver las aureolas de los perdedores. Hay tantas historias bellas para reflejar entre los que han perdido que aquí estamos, sentados, mientras queda una semana para el milagro.

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