A PROPÓSITO DE EL GRAFICO DIARIO/  
Lavar un nombre

el gráfico/Por: Pablo Llonto. Desolado como pocos, el nombre de El Gráfico lleva unos cuantos años arrastrando su última mala fama.

Atormentado por el daño que le causó el “modelo Atlántida-Vigil-Gelblung-AlfredoSerra-Luján Gutiérrez” durante los años de la dictadura, y lastimado luego por el amarillismo que le introdujo en las venas aquel obediente dependiente del almirante Lacoste que fingía ser periodista deportivo (Aldo Proietto), la revista argentina más conocida en el mundo inició sus debacles.

A fines de los 90 Torneos y Competencias adquirió la marca y el archivo; se le dio un giro más progresista con la conducción de Mariano Hamilton y retomaron viejas modalidades de la prensa cuestionadora que impulsaba Panzeri cuando dirigió El Gráfico en los 60. Finalmente, por decisión de los Ávila, se convirtió de producto semanal a revista mensual, previos despidos masivos. Allí permanece hoy, la revista mensual, acompañada por el esfuerzo de algunos veteranos y jóvenes cronistas que piensan el periodismo con cierta honestidad y talento. Todavía le pertenecen a TyC.

Pero no será fácil “levantar” la marca El Gráfico.

La semana pasada llegó a los kioscos “El Gráfico diario” esta vez bajo el mando de dos empresarios Sergio Szpolski y Matías Garfunkel, enrolados en aquello que llaman los medios oficialistas. Asociados en el Grupo Veintitrés manejan las revistas Veintitrés, Newsweek, Siete Días, Cielos Argentinos, Asterisco, Veintitrés Internacional y Lonelly Planet,; los diarios Tiempo Argentino, Miradas al Sur, El Argentino y Diagonales, Radio America, la señal de noticias CN23 y la señal de música Vivra.

Ahora se lanzaron a negociar la marca “El Gráfico” para un suplemento deportivo.

El caso de la marca El Gráfico es asimilable a radio Rivadavia. Fueron colosos. Fueron. Su historia en los años oscuros marcó a los dos medios. Qué más podemos agregar a la historia ultrachupamedias Oral Deportiva que dejó secuelas en generaciones de periodistas deportivos que, convencidas de que un pésimo periodista era el rey de los relatores (José María Muñoz) practicaron la prensa del sí, sí, sí y la prensa del “gracias a usted”, “gracias a usted”, “gracias a usted”, sepultando así todo anhelo de periodismo crítico.

Que El Gráfico forme parte de un diario (Tiempo Argentino) que intenta desvirtuar las mentiras de los monopolios informativos, es buena señal. Habrá que remar mucho en esa redacción para lograr que un producto en papel supere día a día la mediocridad general del periodismo deportivo de diarios que aún sigue aferrado a esquemas de mitad del siglo pasado.

Ver en su última edición una página dedicada al atletismo es una buena señal. Como lo es de mala, que el automovilismo siga teniendo posiciones de privilegio frente a verdaderos deportes, siempre olvidados: natación, ciclismo, handball. Renovar los esquemas del diseño y, de ser posible, revolucionarlos, es otro leve consejo que desde esta página se puede brindar a quienes tienen la intención de hacer un Gráfico superador en conciencia, dignidad, memoria y democracia. Buena falta nos hace reconciliarnos, una vez más, con El Gráfico.

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