Javier Cantero

Por Pablo Llonto. Si en algo es insuperable el futbol argentino (y junto al futbol, el periodismo deportivo) es cuando exhibe su capacidad para que cada temporada sea peor que la anterior. Y no hablamos del juego, que merece otro apartado, y mucho menos de los resultados. Hablamos de aquello que ocurre dentro de los clubes.

Para el presidente de Independiente resulta que es mejor sacar a Florencia Arietto, tal vez la única persona que en la historia del fútbol  tuvo idea de cómo enfrentar el problema de las barrabravas, que sacar a todos los barras. Y ejecutando un discurso que pretende tener chispa (“no transé con la barra, pero jugar en una Iglesia no), eliminó su política de combate contra los malos y de aquí en adelante Independiente ingresa en la regla y no en la excepción: será un club con barras, con más violencia, con más negociados. Los últimos elogios de Cantero a Grondona y las claudicaciones para manejar la situación de un equipo que se juega el descenso lo retiran de la inusual competencia que tenemos en vista: saber qué día aparecerá el dirigente que cambiará nuestro fútbol y vendrá con ideas, decencia y palabra.

El fútbol argentino, que ha copiado de la mala política aquello del arte de no decir la verdad, no aporta jamás una esperanza en los inicios de un campeonato. Las llegadas de Bianchi y Ramón Díaz forman parte de un circo mediático que carnavalea con los resultados. Bianchi  y Díaz son contratados para que ambos equipos resulten campeones manteniendo la fantasía de que los entrenadores tienen fórmulas mágicas. Los últimos diez campeonatos no le han servido, ni al mundo del fútbol, ni al mundo del periodismo deportivo, para comprender que el juego es de los jugadores y no de quiénes dirigen. Y que si invitamos a los hinchas a que pronuncien el nombre de los últimos diez entrenadores que obtuvieron campeonatos más de uno patinará y olvidará apellidos.

Otros creen que con Bianchi llegó la ética al fútbol nuestro. Y anoche mismo, sin más vueltas, el programa de América (Show del Fútbol)repasó una noticia harto sabida: que el hijo de Carlos Bianchi (Mauro) trabaja como representante de jugadores y que dos de sus muchachos están en el plantel boquense. Todo ello en un programa que juega con los valores como quien juega con plastilina. Van de aquí para allá con señalamientos a la ética y a los negociados pero terminan admitiendo que el sistema es así y que son lo mismo los buenos que los malos.

Para la prensa argentina nada debe cambiarse y por el momento seguimos marcha atrás. Veremos qué rumbo toma el nuevo programa de Canal 7 (Fútbol permitido) y si desde allí podremos observar un espacio cuestionador de los males que nos afectan  club por club (violencia, descontrol económico, falta de democracia).

La novela Riquelme ha sido un botón de muestra: doscientos títulos distintos en los diarios y portales, una prensa confundida, y un desfile de promociones gratuitas, indicaron que para 2013, o no sabemos de qué hablar o no podemos diferenciar lo importante de lo intrascendente.