Por Pablo Llonto. ¿Servirá de algo todo lo ocurrido en la noche del domingo cuando un despliegue judicial-policial culminó en la detención de Pablo Migliore?

Mañana se sabrá. Cuando el difícil y secreto expediente judicial por el crimen de Ernesto Cirino rompa su cerco de secretos y silencios y podamos conocer si el juez de Instrucción Manuel de Campos no tenía otra alternativa que ordenar la detención del arquero de San Lorenzo en un estadio, o también ésta es otra de sus apariciones muy cuestionadas.

Mañana se sabrá. Si Migliore y sus vínculos son producto de la casualidad o de cuestiones ideológicas que algún día merecerán la pena discutirse en el periodismo. La defensa de Migliore ha quedado en manos del estudio de Víctor Stinfale, el abogado de barras bravas que gusta decir frases como estas: “por un millón de dólares lo defiendo a Hitler”.

Mañana se sabrá. Si el caso Migliore, acusado de encubrimiento (ayudar a alguien a eludir las investigaciones de la autoridad o a sustraerse a la acción de ésta), se transforma en una fuerte señal para los jugadores de fútbol que insisten en mantener relaciones con los asesinos de las barras bravas creyendo que así obtienen protección tribunera, ahuyentan los miedos a una agresión o se ganan el cielo de la paz en los entrenamientos y partidos.

Mañana se sabrá. Si es necesario que los periodistas deportivos evaluemos como muy necesaria la desconfianza hacia los comunicados de prensa de los clubes, como el emitido por San Lorenzo en la noche del hecho. Incluir el término “Migliore demorado” incitó al error a decenas de periodistas que se embalaron con el término sin saber que se trataba de atenuar la gravedad de la historia con recursos del idioma. Un juez no “demora” ciudadanos. Los detiene, como en el caso de Migliore, para indagarlos. El esfuerzo corporativo de los dirigentes por ayudar a sus jugadores es un elemento más de la seriedad que debemos emplear para evaluar informaciones que llegan desde el riñón de la noticia. El domingo a la noche, la mayoría de los medios de comunicación y portales de noticias hablaban de un “arquero de San Lorenzo demorado”.

Mañana se sabrá.  Si seguimos en el mismo lodo, muy manoseados, revolviendo archivos y novelas, sin entender qué nos ha pasado, y sin voluntad periodística-política de encarar la rosca de violencia, armas, policía corrupta, intolerancia, que fue capaz de llevarnos al horrible lugar en que estamos. Al borde de cumplirse la profecía que en forma de minúsculo cuento, el cronista que delira en estas páginas sostiene desde hace un tiempo: llegará el momento en que un alcanzapelotas le pegará un tiro a un arquero en plena final de campeonato y ante una multitud enfervorizada que gritará, simplemente, “otra más”, “otro más”.