Por Pablo Llonto. Las recientes lecciones en una semana de tragedias por las inundaciones confirman que el periodismo, los voceros de prensa, los twitteros y toda la comunicación anda dando lástima.

Las mentiras bailotean entre las verdades y así como Fontevecchia y su aparato opositor falsean en Perfil viajes de la madre de la Presidenta a Olivos y supuestas huidas de Tolosa por el agua, los manejadores de las cuentas oficiales de twitter de funcionarios se creen lo que siempre se creyeron, que son capaces de engañar a todo el mundo con operaciones de “limpieza” de los políticos que les pagan el sueldo. Nada ha sido peor para la prensa que los jefes de prensa.

Con todo ello no se ha confirmado más que una sola cosa: la verdad no es más que la eliminación de la mentira. O si preferimos a la antigua: la mentira tiene patas cortas.

El reciente y fresco libro “Dirigentes, decencia y wines” de Matías Bauso, una recopilación de artículos escritos y editoriales radiales del genial Dante Panzeri, ha permitido que varias cuestiones ocultas de la prensa deportiva salgan a luz 37 años después. Por eso merecen el aplauso para los autores del trabajo de búsqueda.

Una vez más las mentiras y sus patas. Se trata aquí de un revelador manuscrito que el periodista Panzeri tenía en su archivo personal y que el trabajo de Bauso encontró. Escrito en 1976 (Panzeri falleció en 1978, antes del Mundial) los apuntes son un recuento de una entrevista que mantuvo con el genocida Lacoste (Carlos Alberto Lacoste, marino, y hombre fuerte del EAM 78).

Panzeri nunca publicó ese “recuento” que, en uno de sus puntos y al referirse a la prensa dice: “Reconoce (Lacoste) que en el Ente se han hecho designaciones que no lo prestigian para nada y dice conocer la venal condición de algunos de sus integrantes llamados “de fútbol” que en ciertos casos son periodistas. Dice que en muchos casos (concretamente Muñoz y Fontanarrosa) se ha hecho para “neutralizarlos desde adentro para que así no jodan”, pues desde afuera resultarían negativos”.

No se trata de una prueba más o de una raya más al tigre. Estamos hablando de las dos máximas figuras del periodismo deportivo en aquellos años, José María Muñoz, el relato de Radio Rivadavia, y Carlos Fontanarrosa, el director de la revista El Gráfico.

Ambos neutralizados, que es la elegante forma de señalar su “compra”, jamás se imaginaron que la verdad de sus desempeños en un ente estatal iba a revelarse casi cuatro décadas después cuando un escritor (Bauso) que ha realizado trabajos sobre Juan Duarte, Aníbal Troilo y Luis Firpo, recorrió los cajones de Panzeri y sacó papeles amarillentos.

El libro es enormemente recomendable. No sólo para saber qué  dijo Lacoste (entre otras cosas admite el uso político del Mundial para los asesinos de aquel Proceso) sino para encontrar joyas y desastres del periodismo de época (décadas del 50, 60 y 70). Algunas de ellas, del propio Panzeri.

El hombre que, aún con macanas y desviaciones conservadoras, se definía, para alejarse del periodismo independiente, como “soy muy, pero muy parcial”.