Carlos Bianchi

Por Pablo Llonto. Hay mucho periodista enojado últimamente. Se enoja Juan Miceli en Canal 7 porque alguien lo critica, creyendo él que tiene coronita y porque es una cara medianamente famosa nadie puede decirle nada. Se enojan los enemigos de Miceli, convertidos ahora en nuevos amigos, cuando intentan convertir un diálogo normal en los medios en algo así como en la “intervención soviética del Gobierno en canal 7”. Se enojan los de Perfil.com porque en esta columna se les aconseja que paren de mentir con el asunto de la madre de la presidenta y una falsa huida de Tolosa luego de las inundaciones.

 

Unos cuantos periodistas se enojan todos los días, todas las semanas, de Ushuaia a La Quiaca mientras la prensa se desnuda pieza a pieza, para el placer de una sociedad que, al fin, puede ver cómo se caen algunas caretas.

Pero ahora los enojados son unos cuantos periodistas deportivos o periodistas que hablan de fútbol, que viene a ser más o menos lo mismo, porque al final de cuentas, periodistas somos todos. Cuarenta millones de periodistas en la Argentina, un país altamente mediático, a buena hora. Y no me vengan ahora con eso de que hay que recibirse de periodista para escribir, hablar frente a un micrófono, o plantarse frente a una pantalla. Todos y todas tienen el derecho a expresarse en los medios de comunicación.

Decía entonces que en esta semana escucharemos barbaridad y media contra el Mr. Bianchi. Lo tomarán de la solapa, de las orejas, de su blanco pelo; cargarán contra su edad, sus viejos títulos, su manera de elegir jugadores, y así sucesivamente.

Ahora, al que lo vimos recontraenojado es a nuestro conocido Pablo Fernández, conductor del noticiero de canal 26 los domingos a la tarde. Ya no al borde de un ataque de nervios, sino dentro de un ataque de nervios, le decía a su cronista deportivo que aún antes del inicio del campeonato le avisó que “los once de Boca son once muertos”.

Otro enfurecido, aunque en su caso recibe ayuda de su vocación por el amarillismo, es el tal Fantino. Mientras a los gritos exigía sentar a los responsables de las Inferiores en su programa para tomarles examen de vaya a saberse qué materia, su capacidad para comprender que el fútbol es así (y que se gana, se pierde, se empata, se juega mal y se juega bien) disminuía considerablemente.

Es evidente que Bianchi esté perdiendo puntos, como los perdió Gallego, Falcioni y cada uno de los entrenadores a quienes el periodismo deportivo endiosa por resultados y luego maldice...por resultados, confirmando así que somos unas veletas atómicas. Pero esta semana de los enojados que se nos viene encima promete ser interesante para quienes asoman al estudio de las diversas especies que transitan por el reino animal del periodismo deportivo.

Si tamaña energía la usaran para denunciar a los que han convertido al fútbol en tierra de muertes y negocios, mucho mejor andaríamos.