EL HINCHA - DISCÉPOLO

Por Pablo Llonto. Siempre el periodismo aplica recetas ultrademagógicas y pontifica sobre el hincha como si fuese una divinidad. Se defiende al hincha, se habla en nombre de los hinchas, se declama sobre los hinchas.

 

El hincha, para el periodismo, nunca se equivoca.

Así expuesto, en la Argentina parece que existiese una sola clase de hinchas, la de los hinchas eternamente buenos.

Sin embargo hinchas son los que putean a los jugadores, a los árbitros, los escupen desde la valentía de un palco o platea, los que votan a dirigentes corruptos, entonan canciones discriminatorias y piden la cabeza de un entrenador cuando el campeonato amanece con cuatro fechas jugadas.

Tan hinchas como los hinchas de Racing que mostraban el fin de semana cómo podían ser felices con una derrota.

A esta altura de nuestra historia, el hincha ya no es lo más bello que tiene el fútbol.

Y que así como hay periodistas y periodistas, políticos y políticos, maestros y maestros, el periodismo deportivo debe perder su indulgencia con el hincha en general y poner en discusión el rol del hincha. Aunque se enojen los hinchas.

Unos cuantos miles de hinchas de todo el país son quienes alimentan el protagonismo de los barrabravas y sus segundas líneas, que no son los que se suben a los paraavalanchas menos importantes de una tribuna. Son en realidad esos hombres maduros, esas mujeres jóvenes o esos socios vitalicios que se creen que el fútbol es también un lugar para las trampas, las patotas, las amenazas. Y todo en nombre del folclore del fútbol.

Otra semana ha pasado y la navaja asesina, piedra asesina o arma asesina que terminará con la vida de un futbolista, nuevamente surcó los aires. Fue en Mendoza, y no fue tapa de los diarios.

Otra semana ha pasado y la delincuencia dirigencial-tribunera puso en el centro de la escena a un club que, mirado por donde se lo mire, dejó en claro que está manejado por la barrabrava. Ese club se llama Boca.

Otra semana ha pasado y el realismo mágico argentino llevó al diputado delasotista Carlos Alessandri a impulsar un proyecto para que la Lesgilatura cordobesa saludar y homenajear a “La Fiel”, es decir la barra brava de Talleres de Córdoba, logrando así el singular episodio de ver los balcones del recinto llenos de hombres con cuentas pendientes en la justicia y en la vida.

Ni De la Sota ni Angelici (y su “molestia” por ser citado a declarar ante la Justicia) han merecido el tratamiento periodístico necesario para que estos pasos mal dados, y casi ensangrentados, nunca más ocurran.

No hablar –con la dureza que debemos hablar – sobre el hincha argentino, nos arroja en manos de un periodismo complaciente que ha perdido el rumbo y cree que con unas sonrisas en los programas de TV, alguna cara de circunstancia, o la “comprensión” de esos hinchas que anhelan derrotas propias y equipos que van para atrás, estamos cumpliendo con nuestro deber de reverencia a los hinchas.

En nombre del hincha...jamás aceptaremos cualquier cosa.