Saja y Sánchez

Por Pablo Llonto. ¿Es delgada la línea de puntos que une el crimen de un hincha con un pueril comentario de un periodista o locutor?

 

Si alguna vez el extraordinario avance de las ciencias sociales lograse determinar si hay alguna relación entre la exaltación al triunfo o el pánico al fracaso (descenso) con la intolerancia y la violencia de los hinchas, podríamos iniciar una de las curas imprescindibles que parecen faltarle a la prensa deportiva.

En una semana sacudida por espasmos y alborotos de diversa especie, el fútbol argentino vio pasar un muerto, varios heridos, negocios y casas saqueadas en Nuñez y el llamado a combate y burla enfermiza de unos clubes contra otros.

El mal momento de Independiente, sumado a la desaforada vanidad de Lanata (argumentando que si cambiaban de horario River-Independiente, y lo sacaban del turno noche, no habría violencia, “porque la noche favorece a las barrabravas”), sumado a la caterva de locutores que asustan a la gente con un clima de violencia por el hipotético descenso de Independiente (María Isabel Sánchez en radio Mitre), sumado a los redactores y cronistas de noticieros que fabrican zócalos tremendistas y casi burlones con los equipos, todo ello mete nieve en la gigantesca bola que rueda y rueda sin cesar.

Así, un cadáver llega en forma de noticia de último momento en la tarde del lunes que se escribía este artículo. En Estudiantes-Lanús.

Pienso de nuevo en la recalcadora señora Sánchez que además de sólo saber decir Sí-Sí-Sí a Longobardi, se pasó el comienzo de la semana preanunciando tragedias y diciendo que River-Independiente no podía ser una fiesta. Pienso, en sentido contrario, en el excelente reportaje que la excelente revista La Garganta Poderosa le hizo al arquero de Racing. Allí el hombre de Brandsen reflexionó sobre los medios: “La verdad, aunque esté jugando en Racing, no digo ni pienso que quisiera que Independiente descendiera. Como jugador, no me cambia nada. Incluso, me pongo en el lugar de sus profesionales y, con tanta presión, debe ser muy difícil llevar una vida normal...los medios te instalan un tema, y luego se hace dificilísimo afrontarlo, porque la gente va a la cancha con el humor que le impusieron en la semana, cargada de angustia. Por eso, si a los diez minutos vos no estás ganando 1 a 0, ya empieza la reprobación, la puteada, la impaciencia… Hoy, hay una gran influencia hacia todo lo trágico, porque vende más la pelea por el descenso que la lucha por el campeonato, cuando debería ser al revés. Y como se llenan las páginas de los diarios con lo malo, hoy se sufre más un descenso de lo que se disfruta un campeonato”.

Los periodistas nunca discutimos nuestro rol. Para eso, nuestra conducción gremial no tiene tiempo, ni ganas, ni cerebro para pensar en los males de la profesión.

El periodismo deportivo que hacemos es básicamente miserable, exitista, comercial y seguidor de resultados.

Ya llegará el día en que nos pondremos a reflexionar sobre el daño que provocamos y será entonces que, al menos, disminuirán los occisos.

Quizás ese día ocurra cuando estemos comodamente ubicados, en el cementerio.