Cesar Luis Menotti

Por Pablo Llonto. Se ha puesto de moda anticipar programas y declaraciones. Ocurre seguido con esto de la presidenta dando reportajes por TV. Los medios anuncian las frases más salientes de una entrevista no emitida y, días antes, ya el país comenta y opina sobre los “futuros testimonios”.

 

Seguiremos la moda. Le toca al deporte preanunciar un programa que promete: El fútbol es historia, una serie de ocho capítulos que el periodista Christian Rémoli ha preparado para todos nosotros y que se verá a partir del próximo jueves en DeporTV (por Internet y por TV digital).

En uno de los capítulos César Luis Menotti finalmente realiza su autocrítica por aquellas declaraciones – en un cruce radial – con el genocida Jorge Rafael Videla. “Fue una imbecilidad total” , dice el ex entrenador de la selección campeona del 78, cuando se le preguntó sobre aquella mañana de septiembre de 1979 cuando la radio de la dictadura (Radio Rivadavia) lo puso al aire con Videla y Menotti le deseó “éxito en su gestión”.

También Passarella, dejando de lado una dureza équida de más de tres décadas, revelará en esta serie que jamás hubiese jugado el Mundial 1978 si hubiese sabido de los crímenes de la dictadura.

Bien por ambos, porque si de algo carece el deporte (en general) mucho más que la política, es de autocrítica.

Aún esperamos, por ejemplo, que Bilardo pida perdón por las barbaries de los 60/70 y el bidón y unas cuantas trampas más.

O que Grondona, antes de abandonar la tierra que pisa, diga cómo hizo para arruinar el fútbol argentino dejándolo entre clubes quebrados y sangre y asesinatos. Y rece un millón de padrenuestros. Y pague lo que debe.

Ni que hablar de los medios de comunicación deportivos. Marcelo Araujo, autocriticándose de sus bestialidades y coqueteos con el poder, de su menemismo recalcitrante y de sus afanes privatizadores del fútbol en los 90 cuando era el sirviente de Carlos Avila. Macaya Márquez, por los años de no decir nunca nada y sobarle el lomo a Grondona.

Los conductores de Olé, por tanto periodismo chabacano y mediocre y por el abandono de las decenas de deportes pisoteados por el fútbol profesional.

Pagani por su vedettismo y su afán de figurar como Guillermo Nimo, las escuelas de periodismo por convertirse en regaladores de diplomas para sacarles plata a los pibes, Aldo Proietto por amarillizar El Gráfico, ser dócil al almirante Lacoste y preocuparse más por los adulterios que por las historias deportivas.

Y este cronista, de mala cuna periodística, por no haber sido capaz de sacarse la venda mucho antes.