futbol para todos

Por Pablo Llonto. No ha sido por las múltiples denuncias de la revista Un Caño ni por las múltiples columnas deportivas de Hipercrítico (al final de cuentas, se trata de dos medios minúsculos frente al poder de los monopolios periodísticos), pero al parecer alguien desde arriba le ha puesto el ojo a los fondos que ingresan a los clubes por los derechos de TV de Fútbol para Todos.

 

Lo haga o no lo haga Capitanich, el gobierno, el Parlamento, o quien sea, no se aguanta un minuto más que Julio Grondona y los dirigentes de la AFA sigan manejando el dinero de FPT destinando millones de pesos a las transferencias de jugadores, sueldos multimillonarios de futbolistas y entrenadores y viajes estrafalarios de dirigentes deportivos y sus familias.

El modelo privado capitalista del manejo de los clubes, al que sostienen y sostuvieron el Grupo Clarín, sus aliados y buena parte del periodismo deportivo ha hundido a los clubes. Los gritos y protestas salieron desde estas manos, unas dos mil veces más o menos.

Pero nos fue mal con la prédica. Poco y nada del periodismo deportivo anda planteando soluciones alternativas. Adorar a Messi, al marketing deportivo, creer que al deporte lo sostienen los sponsors, colocar al fútbol profesional como el protagonista del 95 por ciento de la información deportiva y comercializar todo lo que tiene pelota, camiseta, aro, ovalada, red, fueron las recetas implantadas desde que el deporte dejó de ser entretenimiento, educación, formación, juego y placer, y se convirtió en cajas de caudales, bancos, paraísos fiscales.

Hoy parece tarde. Una hipotética regulación de los ingresos a los clubes debe hacerse de una manera enérgica. Primero decir que se terminó lo que se daba; que salvo excepciones, los clubes han despilfarrado el dinero para clubes en manos privadas fomentando el crecimiento de un fútbol profesional que hace agua, se lo mire por donde se lo mire. Ni frenaron la violencia, ni sanearon las cuentas, ni invirtieron en espacios deportivos ajenos al fútbol.

Grondona impuso al relator menemista y a algunos de sus bufones (Tití Fernández, por un caso). No fue un precio que debimos pagar como sociedad frente a tantos jóvenes y mujeres de las provincias que tenían mil capacidades superiores.

¿ Y ahora? Cómo transformar todo. Clarín se relame por criticar y empujar un regreso al pasado, al negoción con los cables privados y el fútbol pago. Va a dinamitar todas las ideas que sobre el tema se generen.

El plan tiene que ser bien estatista. Con metas profundas y sociales. Y avanzando en el desarrollo de la conciencia de una sociedad que debe entender que el fútbol profesional será nuestro placebo, pero que nos llevó directamente a la miseria. Y si quieren el último ejemplo, vayan y pregunten por un tal Club Colón de Santa Fe.

La plata de fútbol para todos tiene que llegar a todos los deportes, a todos los clubes y a todo el país.

Y los dirigentes que no saben manejar los clubes porque dicen que les falta plata, que se vayan a sus casas por incapaces, por no saber manejar instituciones con las cuotas de los socios y el aporte popular, como se debe hacer.

Aquí ya no se trata de ponerle el cascabel al gato. Es que ya no hay más gatito, ni gato. Ahora son todos lobos feroces.