mundial 1979

Por Pablo Llonto. La prensa deportiva se acordó levemente de un aniversario redondo. Los 35 años de la conquista del Mundial Juvenil 1979 en Japón, con aquel maravilloso equipo de Maradona, Ramón Díaz y Barbas, sirvieron para rellenar páginas deportivas, espacios en los noticieros y evocar así a uno de los equipos de más luz y brillo de nuestra historia.

 

Pero el repaso fue incompleto. También se cumplieron 35 años de la vergüenza más dolorosa del periodismo deportivo en la Argentina: cuando una emisora, radio Rivadavia, y una tira deportiva, la Oral deportiva, se convirtieron en los conscientes altoparlantes del genocida Videla.

Nunca antes la prensa deportiva había apostado de esa manera a favor de una dictadura y en contra de la democracia: se cumplieron 35 años de aquellos gritos frente al micrófono del relator Muñoz llamando a los argentinos (nadie hablaba de argentinas) a recibir a los campeones del mundo en Plaza de Mayo y gritarle al planeta que “los argentinos somos derechos y humanos”.

Treinta y cinco años de aquella vergüenza como sociedad, cuando desde autos y camionetas, camiones y colectivos, se les gritaba a las Madres y Abuelas, a los familiares de los desaparecidos que hacían una larga cola en avenida de Mayo 760 (sede de la OEA) que eran “terroristas”.

Con escasas referencias en las endulzadas notas evocativas de los diarios, sencillos retoques a la pluma fría de un cable de agencia. ESPN le dedicó poco más de cinco minutos al reencuentro de algunos canosos y calvos campeones.

Pero del Gordo Muñoz, de su convocatoria a la plaza para repudiar a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA que en aquel septiembre de 1979 visitaba el país para escuchar a las víctimas, nada.

Siempre talentoso y atento, Alejandro Caravario se encargó de ser una de las excepciones que confirma la regla en la página web de la revista Un Caño.

En los otros medios, la foto de la reunión en un restaurante con sólo once integrantes del plantel y Menotti, circulaba muy deportivamente.

No han concurrido a la celebración cumpleañera ni Maradona, ni Ramón Díaz, ni Gabriel Calderón ni el Pichi Escudero, talentos de aquella generación.
Ni Jorge Piaggio, el guerrero marcador central de Atlanta, también campeón mundial juvenil como Maradona y Díaz, que en aquel septiembre de 1979 tenía a su primo José Delpozo, desaparecido. A los 20 años, casi la edad de los campeones.

Piaggio es de los pocos que reflexiona: “fuimos usados”, al evocar a su tía, Elida, militante de Madres y quien esos días, mientras los medios reporteaban a Videla, luchaba en la plaza por la aparición con vida de sus hijos.

Perdón Piaggio, perdón Madres. Perdón en nombre de aquel horrible periodismo deportivo de hace 35 años.