RACING CAMPEON

Por Pablo Llonto. Los títulos de Racing le caen bien a mucha gente. Por supuesto que no opinan lo mismo los hinchas de Independiente. Pero salvada la obviedad (recordemos igual que alguna vez los fanáticos del Rojo aplaudieron al Racing campeón Intercontinental en 1967), lo cierto es que no hay enojos en el fútbol nacional con esta nueva estrella albiceleste. Racing es un equipo que despierta, como pocos, simpatías de Norte a Sur y de Este a Oeste.

 

Merecidísima Copa. Racing les ganó limpiamente a quienes tenía que vencer.

Sólo una duda: quizás con el tiempo sepamos a quiénes se refería Ezequiel Videla en el festejo del domingo por la noche cuando aclaró: “"Le dimos y nos dimos una alegría, es un sueño, se lo regalo a mi viejo que está en el cielo, a mi familia y a todos los que hablaron mal de nosotros". Todo indica que se acordaba de algún periodista.

Porque en verdad no se habló muy mal de Racing en las bocas periodísticas durante este segundo semestre. De más está decir que buena parte del periodismo había apostado muchas fichas a River, pero nada del otro mundo: ello sucede siempre con aquellos equipos que obtienen ventajas importantes en la tabla.

Sólo una acotación. Que en estos raros tiempos argentinos, cuando todo anda mal en el fútbol, menos en la democratización de los premios y castigos en la cancha, el Racing campeón 2014 nos lleva a otro de los mitos periodísticos que se derrumba con un equipo como el de Avellaneda: aquello que parecía un principio hecho y derecho del fútbol, “para ser campeón necesitás equipos formados y que vengan jugando juntos un tiempo”.

Racing puso las cosas en su lugar. No hay recetas para las victorias futboleras más que la combinación de aporte de jugadores (99 por ciento) y cuestiones del azar (uno por ciento). Ni los técnicos, ni la mezcla de experimentados con juveniles, ni estudiar de memoria a los rivales, ni fórmulas tácticas similares a las de la bomba atómica, ni nada por el estilo.

Racing llegó como pudo al inicio del torneo, con un entrenador que despertaba miradas de asombro por su poca experiencia en Primera, por el rejunte de último momento, por el sufrimiento de 13 años que, según los psicólogos del periodismo deportivo, pesa y vaya cómo. En fin, el bla bla habitual.

Ahora un mito más ha caído. Y la evidente relación de fuerzas parejas en los rendimientos individuales culmina de esta manera: hoy no existe equipo en la Argentina que pueda jactarse de obtener supremacía.

Más que nunca es cierto que cualquiera puede ganarle a cualquiera. Para un lado del periodismo, ello es sinónimo de mediocridad. Para otros (allí nos encolumnamos), es un gesto de salud a la verdad del fútbol, mandan los jugadores. El día que un equipo despunte con tres o cuatro fantásticos, seguramente permanecerá arriba por mucho tiempo.

Eso sí, el campeonato no hará olvidar las denuncias por falta de escrúpulos de la empresa Score Fútbol que conduce Christian Bragarnik, un aprovechador de necesidades de quien ningún hincha de Racing se acordará mal en estos días, porque el fútbol también es así: cuando hay triunfos, todo lo oscuro y sucio se desvanece ante la luz de los fuegos de artificio. Los jugadores que colocó en el equipo de su DT representado son parte de la historia de la ética pisoteada.

Ya vendrá algún día un club campeón en la cancha y campeón en la ética.

Será el campeón completo.