A PROPÓSITO DE UN EX COMBATIENTE
Si Muñoz

José María MuñozNicolás KasanzewPor: Pablo Llonto. La historia del periodismo sabe bien quiénes han sido los peores. Por oficialistas, por amanuenses, por defender lo indefendible, por poner la cámara y la voz donde el poder quería que lo hicieran. La reciente decisión de restituirle la pensión de ex combatiente de Malvinas a Nicolás Kasanzew no ha merecido más que dos o tres comentarios en algunos medios y, sin dudas, la sonrisa de los demonios que, whisky en mano, fueron llevados por el destino. Ahora sólo nos falta una cuestión: que bauticen un estadio de fútbol con el nombre de José María Muñoz.

Que lo parió

Como el olvido es cruel y nada raquítico, generaciones de periodistas no cuentan con las pruebas fehacientes de aquello que fue “el periodismo durante la dictadura”. Los archivos de las radios de la dictadura y los tapes de los canales estatales son apenas cincuenta o sesenta retazos salvados (por algunos archiveros) del comercio, el fuego o la complicidad e inoperancia de los funcionarios.

El homenajeado Kasanzew, al igual que Muñoz en el deporte, formaban parte de una espantosa caterva que carecía de crítica, de virtudes y de verbos. Nos criamos viéndolos. Pérez Loiseau, Daniel Mendoza, Gómez Fuentes, Mario Gavilán. Televisión y radio argentinas en manos de los señores que, ex combatientes o no, reclaman o reclamaron el bronce.

Muñoz, rey de las transmisiones deportivas y dueño del oyente futbolero durante décadas, ya no está entre nosotros para contarnos qué fue de sus convocatorias a la plaza, en 1979, para demostrarles a los señores de la Comisión Interamericana de la OEA que los argentinos “somos derechos y humanos”, utilizando como excusa el triunfo juvenil en el Mundial de Japón. La Oral Deportiva, su programa en radio Rivadavia, derramaba aprobaciones a generales, coroneles, sargentos y cabos primero. Las expresiones “Sí Muñoz” o “Sí José María”, despiertan narraciones detalladas de aquellos tiempos de siervos y sirvientes.

No, no. Los periodistas estrellas de aquel momento no fueron valientes que digamos. Todo lo contrario. Y quienes, adolescentes o no, los tuvimos como espejo tampoco. Ellos eran lo único que había. Kasanzew y Muñoz se cansaron de enseñarnos el mundo militar. Llegada la democracia, se esperaba el momento de las confesiones y de las inclinaciones. Autocrítica, perdones, o al menos disimulo. Nada de ello ocurrió. De las caras que estaban en los cielos del rating, sólo Raúl Portal se animó y manifestó franqueza. Los demás practican la abstinencia histórica, como aquello de la mugre y la alfombra.

Por supuesto que revuelve las tripas la noticia de que a Kasanzew le darán medalla, la pensión de 1.800 pesos, el retroactivo. ¿Y por qué no lo nombran contralmirante? Pero el problema de esta columna no es aquel.

El problema es la memoria. Y que nuestro periodismo la pierda, y la pierda…

Bien lo ha dicho el compositor santafesino: “fue cuando el fútbol lo tapó todo”.

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