MUNDIAL 78
¿Y si devolvemos la Copa?

Mundial 78Mundial 78Por: Pablo Llonto. Ahora nomás, en cuestión de una semana, o menos, los argentinos estaremos condenados por todos los canales de la tele, los diarios y las efemérides de las radios a la imprescindible evocación de los treinta años del Mundial 78. Así se nos irá junio, entre un abundante goteo de tradicionales imágenes, la voz imperdonable del Gordo Muñoz, los tres cretinos celebrando el gol y la marchita, la marchita, la marchita…

A pellizcarse

Supongo que las nuevas generaciones de periodistas difundirán en estos días, hasta límites increíbles, los mitos más desorbitados y estrafalarios que siempre les parecen descubrimientos recientes: que el 6 a 0 contra Perú estuvo comprado, que Cruyff no vino a la Argentina porque repudiaba a la Junta Militar, que Carrascosa, el capitán de la Selección de Menotti hasta enero de 1978, renunció al seleccionado para no tener que darle un apretón de manos a Videla, que los jugadores suecos fueron a la ronda de las Madres de Plaza de Mayo en pleno frío polar mundialista. Será inevitable.

El problema es que la sociedad se lo crea. Y se olvide de lo más terrible. Que durante junio de 1978 una dictadura utilizó al fútbol para legitimar los asesinatos, la censura, la pulverización de las conquistas democráticas.

Fillol, Passarella y Menotti se incomodarán nuevamente cuando les hablen del Mundial que tapó todo. Para ellos, no hay autocrítica alguna para formular.

La prensa tampoco pedirá perdón. Ni Gelblung por la campaña desatada en GENTE para decir que las denuncias en Europa eran de “los comunistas antiargentinos”, ni la señora Legrand por lo que hizo luego, ni Mónica, ni el monopolio Clarín. Para ellos y otros reputados analistas de entonces, el fútbol demostró “cómo somos los argentinos”. (Se recomienda el final de la película La Fiesta de todos con Félix Luna bajo una lluvia de papelitos).

En la vida real centenares de militantes y sus familias estaban en las mazmorras, a otros se los llevaban a las islas del Tigre para que los periodistas extranjeros no los ubicaran, en la Esma las detenidas-desaparecidas eran obligadas a festejar en las pizzerías los triunfos de la Argentina con sus captores para luego devolverlas a los sótanos de la muerte, en Córdoba las secuestradas eran llevadas a trabajar como azafatas en los estadios. Casi setenta desaparecidos tienen como fecha de su último día junio de 1978.

Ya debe ser la hora de poner cada cosa en su sitio en el país. Fuimos lo que fuimos. Un Mundial y un periodismo que necesita la higiene de la memoria. O un exorcismo.

O que vayamos todos juntos al edificio de la FIFA en Zurich, golpeemos la puerta y dejemos la Copa del Mundo 78 en el umbral , con un cartelito que diga “vergüenza…da vergüenza”.

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