ARCAICAS ENSEÑANZAS
Las carpas del deporte

en el ringrugbyPor: Pablo Llonto. Lo recordé, como todos los años, cuando empieza el invierno. Se trataba de un fotógrafo que solía venir a las reuniones de Metaprensa, un grupo de periodistas que intentó dejar una semilla en las conciencias de este gremio (“ponernos del lado de los explotados”). El hombre de la cámara decía: “siempre lo mismo, llega el frío y nosotros los fotógrafos sacamos la misma foto para la tapa del diario. Esquina de Callao y Corrientes, gente super abrigada, campera, bufanda, gorro. ¿eso es el frío? ¿por qué no vamos a las villas, a sacar gente cagándose realmente de frío?”

Ellos o nosotros

Educados en el más alto desprecio a los humildes y a los pobres, la muerte de un jugador de rugby (deporte pro-Sociedad Rural si los hay) hace una semana volvió a mostrar que aquello que ocurre entre los periodistas y el campo no es casualidad.

Mientras la triste suerte del joven Juan Carlos Migliore llenaba las páginas de La Nación y Clarín y los lagrimeos de unos cuantos noticieros el día en que lo enterraban en el cementerio privado Jardín de Paz de Pilar, la también triste suerte del joven Ignacio Artime, boxeador y mozo de un bar, quien desde el mismo domingo de la muerte de Migliore va de pronóstico reservado a pronóstico, sólo merece cuatro o cinco líneas perdidas en los diarios. Para la televisión, su vida no merece una nota y mucho menos una editorial.

Quizás porque está pasando esto en la prensa deportiva ocurre lo que ocurre con la prensa en general.

Josè Pablo Feinmann en la contratapa de Página 12 (domingo 29 de junio) se inquieta: "Este es otro toque infaltable de este periodismo del odio. Afirma: todo aquel que se manifieste a favor de este Gobierno lo hace por interés. En cambio, si "el campo" llena la plaza, ahí está la Patria, la tierra, los valores centenarios, la clase rural que hizo la grandeza de la patria. Si la llena el Gobierno son todos gronchos traídos en los camiones de Moyano…"

Dos periodismos. Siempre los hubo.

Por no quedar fuera del mundo consumidor y exitista en que vivimos, los alineados con la carpa verde retratan a De Angeli tanto como exaltan y siguen la vida de los "sacrificados" rugbiers.

Como en la historia del rey desnudo, siempre dispuestos a brindarles la parranda.

De ese periodismo, casi se podría suscribir aquello que continúa Feinmann: "Hay, sin embargo, un ingrediente genuino en este periodismo que acaso ni puedan variar, aunque el grupo mediático para el que trabajan les de la contraorden: su antiperonismo. El odio gorila pocas veces penetró tanto en nuestra sociedad. Y peor aún: el odio a la generación del 70".

Sin embargo, los nuestros, los del deporte, no lo hacen por antiperonistas (¿o sí?) A ellos los lleva la arcaica enseñanza que se deja llevar por los apellidos, los clubes, la vieja costumbre de no entender qué es importante y qué es accesorio.

Un boxeador sin records ni managers, ¿ a quién le importa?

Una familia en la barriada más pobre, perseguida por el frío, ¿a quién le importa?

Por ahora entonces, la foto seguirá siendo la misma.

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