ESTAMOS PARA ACUSAR
¿Inquisición mediática?

Raúl PortalPor: Pablo Llonto. El empeño en buscar y rebuscar periodistas comprometidos con la denuncia y la investigación admitió, esta semana, dos victorias y una discusión. Se fue Bendini del Ejército. Se fue Cassanello del Comité Olímpico Argentino. Ambos finales brotaron de los impulsos (casi misiones imposibles) de la escasa prensa fascinada con una frase: “levantar las piedras para mostrar aquello que el poder quiere ocultar”.

Satisfaction

No pretendemos presentar aquí un tratado sobre Cómo el periodismo puede ser un buen fiscal. La curiosa negación de algunos colegas (sostienen que una cosa es la justicia y otra el periodismo) ha llevado a la creencia de que no podemos acusar.

Todo lo contrario: estamos para acusar.

Es allí (en la acusación a los poderosos) donde el periodista siente esa “satisfacción ética de un acto de libertad” de la que se enorgullecía Rodolfo Walsh.

Julio Cassanello, intendente de la dictadura y presidente del Comité Olímpico, se ha ido, seguramente, porque tiene esa cola de paja de las que nos hablaban nuestros abuelos. Si una persona es inocente da pelea en su cargo y no se deja llevar por los “malintencionados periodistas que iniciaron una campaña”. Cassanello firmó su renuncia.

¿Condenado por los medios? No sea payaso Cassanello…

El impulsivo Raúl Portal, quizás uno de los dos o tres periodistas que realizó públicamente su autocrítica por el rol cumplido durante la última dictadura, dejó este fin de semana una advertencia sobre el papel de la prensa en la condena mediática. El amigo del cura Grassi aseguró que estamos frente a un caso de inocencia absoluta y de carnicería amarillenta. Sin embargo, pese a que saltó sobre la yugular que más nos convoca, la del Grupo Clarín, no pudo convencernos de una cuestión: por qué el Imperio de Ernestina se la agarra con el humilde siervo del Señor.

“Estoy escribiendo un libro que se llamará La Inquisición mediática”, le confesó a Rozín durante la entrevista en C5N. Portal supone que alguien le vendió “pescado podrido” a los investigadores de TN y que todo esto del abuso sexual es una paparruchada.

Aplicó así la hipótesis de Cassanello: los periodistas, o se han vuelto locos o son unos mentirosos.

La pobreza del periodismo denunciante en la Argentina podría darles la razón. Sin embargo, toda regla tiene sus excepciones. Y aquí estamos, coleccionando excepciones.

La crema del periodismo deportivo, por supuesto, está en otra cosa. Ya dijimos que unos cuantos crucifican al pobre de Basile mientras la plaga de moscas continúa sobre el pastel del deporte argentino.

Cassanello ya no está: pero están Grondona, Aguilar, los comisarios de la Federal y las barras bravas, los médicos del doping, los dueños del negocio de la TV, los intermediarios, los pasaportes truchos.

Y a no confundirse, que la Inquisición son ellos.

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