Heredó, entre otras cosas, 23 establecimientos de campo; ocho empresas cementeras, propiedades en Argentina, EE.UU., Punta del Este y Europa y obras de arte por $ 300 millones. Desde 1980 Amalita pretendió imponer el relato que dice que ella no solo llegó a multiplicar por cuatro la fortuna de su marido sino también el valor de la empresa. Más allá del discurso, Loma Negra pasó, en el ranking de empresas radicadas en la Argentina, del cuarto lugar, en 1976 al puesto 48 en el año 90.

Hizo uso y abuso de sus vínculos con el poder para obtener beneficios extraordinarios. En la dictadura vendió su cemento a precio récord gracias a la tablita de su amigo Martínez de Hoz y la obra pública que incluyó a los estadios del Mundial. También logró licuar la deuda externa de la cementera que casi alcanzaba los US$ 100 millones. Con Alfonsín logró descuentos millonarios para la compra del gas, unos de los principales insumos para fabricar cemento. Y con Menem fue tratada como una privilegiada, ya que Loma Negra jamás fue sancionada por la cartelización de los precios del cemento.

En 2005 Amalita vendió Loma Negra al grupo brasileño Camargo Correa por más de US$ 1.000 millones. Era caprichosa, seductora, autoritaria, enamoradiza, fría y calculadora para los negocios y se consideraba vidente y telépata. Afirmaba que había “preanunciado” la muerte de su hermano y de un ex ministro de Economía. También vaticinó que moriría a los 100 años. Se despidió de este mundo en la cama de su tríplex de 1856 metros cuadrados, diez años antes de lo que había anticipado.

(Luis Majul escribió en abril de 1992 Los Dueños de la Argentina (La cara oculta de los negocios). Allí contó la historia secreta de Amalita Fortabat, Carlos Bulheroni, Francisco Macri, Roberto Rocca y Jorge Born. Su último libro es El y Ella ( Historia secreta de la muerte de Néstor Kirchner, la resurrección de Cristina Fernández, los nuevos negocios y el plan oculto para perpetuarse en el poder)

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