dIEGO BIGONGIARI

Diego Bigongiari es un destacado escritor y periodista que durante más de veinte años se ha dedicado a escribir, desde una mirada personal, aguda y exquisita, guías de viajes, libros de vinos y periodismo turístico. En el marco de una nueva faceta en su carrera, acaba de lanzar el libro Guarangadas K, crónica de doce años de groserías, descaros y maltratos kirchneristas (Margen Izquierdo) que hace un recorrido por diversos acontecimientos marcados por los gestos, las formas o los tratos de Néstor y Cristina Kirchner en sus años de gobierno. Malos modales, insultos, incumplimientos del protocolo, desaires a diplomáticos y jefes de estado extranjeros, impuntualidades, son solo algunas de las actitudes que se reflejan en los relatos del libro. Un minucioso trabajo de recolección de historias que comienza en los años de gestión de Néstor en Santa Cruz, y que llega hasta la actualidad en el fin del segundo mandato de Cristina. El hecho puntual que llevó a Bigongiari a comenzar la investigación fue la decisión de Cristina de desmantelar el Monumento a Colón: "me dio tanta bronca que me dije, algo tengo que hacer"

 

Tal como señala el autor, Guarangadas K es "una investigación periodística, porque en sus páginas no hay nada que sea ficción o que no esté documentado. Y es una crónica porque sigue un eje temporal, y porque es una crónica de una forma de ser, de una forma de comportarse y de gobernar a la Argentina, y cuyos principales protagonistas fueron Néstor y Cristina Kirchner. Este libro recoge casi 150 episodios, anécdotas, historias. Algunas lights o cómicas y otras muy densas" Dejar plantado a Vladimir Putín en un aeropuerto, saludar a la Guardia Republicana Francesa en campera, o abrir a la fuerza una valija super secreta custodiada por marines norteamericanos son solo algunos de las decenas de relatos que revela o recupera el volumen.

H: ¿Cómo surgió la idea de hacer este libro, desde esa mirada minuciosa de las actitudes y formas de hacer política del matrimonio Kirchner?

DB: Hubo un momento detonante o disparador, que fue aquel en el que la Señora Presidenta decidió por "motu proprio" desmantelar el monumento a Cristobal Colón, que estaba detrás de la Casa de Gobierno. Yo soy italo-argentino, con doble ciudadanía, y ese hecho me tocó el tano. Y me dio bronca, tanta bronca que me dije: algo tengo que hacer. En ese momento empecé a buscar hacia adelante y para atrás: yo ya tenía una nutrida biblioteca de libros sobre los Kirchner, como los de Luis Majul, y también empecé a buscar en la prensa cosas que no recordaba. El grueso del trabajo está desarrollado a partir de libros críticos o laudatorios de los Kirchner, y publicaciones nacionales y extranjeras, en español y en otros idiomas. Además, realicé una investigación y en ese recorrido entrevisté a muchas personas, sobre todo del ámbito diplomático, que me contaron cosas que nunca salieron en la prensa.

H: ¿Qué conclusión se puede sacar luego de la lectura del libro?

DB: Es difícil ponerse en el lugar del lector. Pero lo más probable o deseable es que permita comprender la unicidad de este fenómeno, el carácter inaudito de esta experiencia. Lamentablemente nos hemos acostumbrado a los malos modales y nos parece normal que sea así. Pero no es normal que un presidente se comporte de esta manera. El único precedente que hubo en democracia, porque no hablamos de las dictaduras militares, fue en el gobierno de Perón en los años 50 con Evita. Es el único antecedente de alguien que siempre llegaba tarde: Evita dejaba esperando a la gente, la trataba mal. Y es un fenómeno extraño, que no tiene muchos ejemplos en el exterior. Hugo Chavez era un jefe de Estado que se comportaba mal. Pero algunos diplomáticos me comentaron que ni el chavismo cometió las descortesías diplomáticas en las que cayeron los Kirchner. Incluso la Venezuela bolivariana repetó los protocolos diplomáticos.

H: ¿Qué tipos de consecuencias han provocado muchos de los episodios de malos modales que menciona el libro en el país y en el exterior?

DB: En el ámbito nacional lo vamos a ver más claramente después del 10 de diciembre. Hay muchos resentidos con esas actitudes, pero son pocos los que se animan a hablar. Uno de ellos es Julio Bárbaro a quien entrevisté para el libro y que cuenta muchos episodios. En el ámbito internacional hay una gran cantidad de casos y uno de los más graves fue con Estados Unidos. El primero fue de Néstor Kirchner en la Cumbre de las Américas en Mar del Plata en 2005. El era el anfitrión de esa cumbre y organizó una contracumbre con Chavez y Maradona para insultarlo a su huésped que era George W Bush. Eso fue muy grave. E incluso con el cambio de administración y la llegada de Obama, los Kirchner en su ingenuidad esperaban que iban a ser grandes amigos, pero no fue así. Porque la diplomacia norteamericana no perdona, por más que se lo hayan hecho a un presidente republicano. El otro episodio de gravedad fue el del avión militar estadounidense, que había llegado por una misión de colaboración en tareas de seguridad, y Timerman fue a Ezeiza y le abrió con pinzas una valija diplomática que contenía códigos secretos. Ahí estaban los marines que custodiaban la valija que era Top Secret. Y por suerte recibieron la orden de no actuar. Por el hecho, los Estados Unidos debieron reprogramar una cantidad de códigos. La valija fue devuelta a los dos meses por pedido de Obama que se lo exigió a Cristina. Ese tipo de episodios te congelan las relaciones diplomáticas.

H: De todos esos relatos, ¿Cuál te parece que es el más notorio o llamativo?

DB: Hay muchos y para todos los gustos. Desde episodios pintorescos o cómicos, como Nétor llamando 'Che majestad' al Rey de España. Es una grosería en términos protocolares, pero provoca casi ternura. Desde ese tipo de cosas a otras con consecuencias en relaciones internacionales como el hecho con Estados Unidos, o en Rusia cuando lo hicieron esperar a Putin cuatro horas. Llegaron a Moscú para una entrevista pautada con meses de antelación con cuatro horas de retraso. Después de una hora en el aeropuerto, Putin se fue a las puteadas. Y eso provocó que durante varios años Rusia casi congele las relaciones.

H: ¿Cómo crees que pueden tomar el libro los seguidores del kirchnerismo y los que no comulgan con este gobierno?

DB: Desearía que a los kirchneristas les sirva para comprender lo dañina que ha sido esta forma de tratar a amigos y enemigos, a todos y a todas, a propios y a ajenos. Aunque no creo que eso suceda. Y a los que no son partidarios, les va a servir para abrir los ojos sobre episodios que no conocen, van a refrescar otros que tal vez recuerden o van a descubrir otros que estaban olvidados. Porque fueron tantas, que nos fuimos acostumbrando. Aunque no es algo normal. Pero sobre todo, van a tener una lectura divertida. Hay varias partes del libro que hacen reir.

H: ¿El libro tiene una mirada optimista o pesimista de la política argentina?

DB: No tiene ni una mirada optimista ni pesimista, porque si bien hay una opinión personal, hay un trabajo de documentación. La única esperanza que transmito está en el epílogo y en donde digo lo que espero que suceda o no suceda con el próximo presidente. Un presidente no debe decir palabrotas ni en público ni en privado, ni abusar de la cadena nacional, ni vestirse por exceso o defecto como no se espera que se vista un presidente. Cristina se ha presentado en más de una ocasión con exceso de maquillaje o con vestimentas impropias para la presidenta de una república. Y Kirchner llegó al extremo cuando al arribar en visita oficial a París, fue recibido por la Guardia Republicana Francesa con ceremonia y uniformes de época, y él bajó en campera. Pasó revista a la guardia republicana en campera, y eso es un insulto a los franceses. Y si bien esas cosas nunca se responden en la diplomacia, siempre quedan.

H: ¿Cómo llegas a escribir un libro que se enfoca en los gestos de un gobierno, luego de dedicarte durante tantos años al periodismo de turismo y vinos?

DB: En las guías turísticas que escribí, desde la primera que hice, la Guía Pirelli, hace más de veinte años, siempre he tratado de usar el máximo espacio posible para decir cosas. Y en mis trabajos más personales, como las guías de viajes, hago muchas reflexiones políticas e históricas. No creo que el género de periodismo turístico deba ser superficial o ciego a las cuestiones políticas. El ejemplo más claro es una guía mía de Buenos Aires, que tenía una mirada muy personal, y sobre la que Beatriz Sarlo en la Revista Viva escribió una larga nota en la que decía que era la mejor guía que conocía de la ciudad, y además la más política. Mis guías de vinos también tienen reflexiones sobre los problemas del sector. Tengo una visión política de las cosas, pero nunca había hecho un libro cien por cien político.

H: ¿Deja alguna enseñanza este libro de cara a las elecciones y al próximo cambio de gobierno?

DB: Desde el punto de vista de la mala educación o guarangada, creo que no hay riesgo de que vuelva a pasar, salvo que la señora vuelva a ser elegida en 2019. De otra manera, creo que no hay riesgo de que se vuelva a repetir este estilo personal. Se pueden repetir errores políticos, corrupción, pero este grado de destrato, de descaro, no creo que vuelva a suceder.

16 de julio de 2015 

Fragmento en video de la entrevista:

DIEGO BIGONGIARI

GUARANGADAS K