MÚSICA EN LA WEB
Somos los piratas

PiratasPor: Alejandro Lingenti. Una gran polémica desatada esta semana en España sirve para anticipar una pelea que seguramente se dará en la Argentina quizás más pronto de lo que podamos suponer. Luego de tres años de discusiones en los que todas las partes hicieron escuchar su voz, el Ministerio de Cultura del gobierno de José Luis Zapatero ha resuelto empezar a controlar las descargas de archivos en Internet. Lo hará a través de una modificación en la llamada Ley de Economía Sostenible, “para proteger la propiedad intelectual frente a la piratería en Internet", según se aclaró oficialmente esta semana.

La modificación más relevante, y la que ya está causando más polémicas, es la introducción de “la salvaguarda de los derechos de propiedad intelectual” como uno de los cinco motivos por los que se puede restringir e incluso interrumpir la prestación del servicio de Internet a un usuario, aunque siempre por la autoridad judicial competente.

La ley sólo contemplaba hasta ahora cuatro causas para la restricción del acceso a Internet: 1) la salvaguarda del orden público, la investigación penal, la seguridad pública y la defensa nacional; 2) la protección de la salud pública; 3) el respeto a la dignidad de la persona y al principio de no discriminación; 4) la protección de la juventud y de la infancia.

Ahora también se incluirá un nuevo apartado en ese mismo artículo para otorgar a los "órganos competentes" la capacidad para requerir a los operadores los datos -y para obligar a éstos a facilitarlos- que permitan la identificación de quien esté violando la ley. La idea, según los funcionarios españoles, no es cortar la conexión a usuarios particulares, sino perseguir a las páginas de enlaces a descargas.

Al mismo tiempo, se acaba de anunciar que una comisión de ámbito nacional integrada por expertos independientes será la encargada de la salvaguarda de los derechos de autor en Internet. Se llamará Comisión de Propiedad Intelectual y tendrá unos poderes hasta ahora inéditos para un órgano administrativo: podrá bloquear las páginas que alojen o faciliten sin permiso enlaces de archivos sujetos a derechos como películas, canciones y videojuegos. La intervención de un juez puede ser necesaria en ocasiones, pero será la Comisión la que valore esa opción. En España ya se ha iniciado una encarnizada discusión por este tema, que reproduce la que ya se viene dando en varios países europeos desde hace un tiempo: ¿es necesaria la intervención judicial previa para restringir los servicios en Internet? No hace mucho, el Parlamento Europeo aprobó por unanimidad la directiva en la que se retiraba ese requisito, y Francia ya ha creado un organismo administrativo (llamado Hadopi) con potestades para perseguir a los internautas que realicen descargas de archivos protegidos. La gran diferencia en el caso de España es que la Comisión se centrará en la persecución de las páginas web tanto de descargas directas como de programas p2p de intercambio de archivos y no perseguirá a los usuarios particulares que realicen esas descargas.

Para detectar las páginas que vulneren la ley, podrá solicitar a las compañías de acceso a Internet (Telefónica, Jazztel, Vodafone, Orange y operadores de cable) los datos que considere oportunos para su identificación, y las operadoras estarán obligadas a ofrecérselos. Una vez que comprueben la violación de la ley, se deberán remitirán varios avisos para que cesen en esa conducta. En caso de no hacerlo, podrán solicitar el bloqueo de la página o la retirada de contenidos de la misma. Los responsables de las páginas denunciadas tendrán derecho a réplica y a la presunción de inocencia.

La protesta

También esta semana, el ministro de Industria, Turismo y Comercio, Miguel Sebastián recibió de manos de dos músicos muy populares (incluso reconocidos en la Argentina), Loquillo y Luis Eduardo Aute, el manifiesto La música es cultura, la música es empleo, firmado por más de 2.500 profesionales del sector. En ese documento se  pide "responsabilidad" y "seguridad jurídica" para un sector “que, además de hacer música, mantiene a más de 100.000 puestos de trabajo”. La cantante Carmen Paris declaró que “no se trata de criminalizar ni al usuario ni a los africanos del top manta (los  que venden copias de discos y películas en la calle), sino a las compañías telefónicas que se enriquecen con anchos de banda cada vez más grandes que sólo valen para descargar más música sin pagar derechos de autor".

Los usuarios también dijeron lo suyo. Miguel Pérez Subías, responsable de la Asociación de usuarios de Internet, señaló que “es una aberración abordar la regulación de la Web desde la protección de un solo derecho, ya que en Internet confluyen muchos, como el derecho a la intimidad, al secreto de las comunicaciones, además de los derechos de autor. Están privilegiando a los intermediarios que defienden un modelo económico obsoleto, como la industria cultural o las entidades de gestión, en lugar de proteger a los autores y los consumidores".

¿Y la música?

Desde el 2000, cuando apareció  en escena Napster, el primer gran software de intercambio de archivos digitales, se grabaron muchos discos buenos, está claro. Lo que cambió radicalmente, se sabe de sobra ya, es la manera de grabar, distribuir y consumir música. Por empezar, el single se ha impuesto como modelo de escucha por sobre el álbum. Si el CD había cambiado las regla del vinilo, eliminando la división en lados y añadiendo minutos de duración a los discos, ahora lo que se impuso es la escucha aleatoria de singles de varios artistas en random. Mucha gente conoce a un grupo no por sus discos, sino por algún tema suelto que ha descargado o que escuchó en MySpace, lo que seguramente ha predispuesto a muchos artistas a apostar al one hit wonder por sobre la obra conceptual elaborada en torno a diez o doce temas.

El abaratamiento de los costos de grabación también democratizó la producción, pero también atestó a la Web de canciones y discos que no son precisamente buenos desde el punto de vista artístico. El bombardeo de información, más que democratizar, muchas veces aturde. Y con la posibilidad de acceder a todo lo que se graba -lo bueno y lo malo-, los discos duros explotan de información imposible de consumir para cualquier humano normal.

También han florecido los blogs de información y crítica musical. Una curiosidad es que a fin de año, en las listas de mejores discos infinidad de esos medios suelen coincidir en sus elecciones, como si la diversidad no existiera. En ese marco ha crecido también lo que la crítica llama “metamúsica”, temas creados casi exclusivamente a partir de referencias al pasado. James Murphy, de LCD Soundsystem, es uno de los ideólogos centrales de este fenómeno. En una entrevista reciente, declaró que utiliza ese recurso porque no se le ocurre de qué pueden tratar las canciones en la actualidad, una idea de agotamiento que ratifica el juicio que Jon Savage, uno de los críticos más lúcidos de la historia del rock, hizo hace ya un buen tiempo: el rock se terminó a fines de los 60, y a partir de ahí todo es reciclamiento y autorreferencia. Las múltiples fusiones del género con músicas de las llamadas “étnicas” y los cruces con la electrónica, que de todos modos no son nada nuevos, revelan que hay artistas que conscientes de ese estancamiento buscan un atajo. Mientras tanto, los que escuchamos música de manera sistemática vamos comprobando algo azorados que  aquel sueño de la completa disponibilidad no necesariamente provoca placer. Después de reventar la computadora con millones de temas descargados porque son lo último de lo último corremos a refugiarnos en una buena canción de los Kinks.

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