HANNAH MONTANA EN DISNEY CHANNEL
Humor a borbotones

CiccoCicco recomienda. No es el bofe miope de Patito Feo. No es el drama jeropa de Casi Ángeles. Estas son series que no sólo no hacen reír a los chicos, los hacen llorar. Están concebidas por enfermos mentales a los que les gusta meter intríngulis adultos en tramas infantiles. Les hacen creer a los chicos que, para entretener, hay que joder a los demás. A mí, que tengo poco de adulto y mucho de intríngulis, me inflan soberanamente los quinotos estas series teens nacionales, sin embargo, soy fanático de una tira espléndida juvenil que dan en Disney Channel

Se llama Hannah Montana y es la historia de Miley Stewart, una adolescente que tiene una doble vida: de día es la típica alumna de escuela, aplicada y con amigos, y de noche, es rutilante estrella pop. No importa si la trama te parece una pedorrada. Montana está escrita por genios del humor a borbotones. Es una sitcom espléndida a la altura de las mejores. Es como Friends sin sexo. Como Seinfeld sin Kramer. Los americanos son unos capos y están a años luz de nuestros guionistas que se le ocurren chistes como si exprimieran el jugo de una naranja a través de la cáscara.

La protagonista de Hannah es hija del músico country Billy Ray Cirus, que hace precisamente de padre en la tira. Por suerte, no hay madre en la serie, las madres siempre complican todo. Hasta los chistes.

Entre los personajes, hay un pendejo minúsculo como un gatito que aparece en la segunda temporada, lo llaman Rico, es precisamente rico y es mortal. Actúa peor que si pusiera a memorizar sus líneas a mi culo, pero hay algo en los gestos picantes de Rico –está a cargo de un bar playero donde trabaja el hermano de Hannah- que lo convierten en un comediante nato: no le hace falta hablar, le basta con existir.

A Hannah Montana la ven 5.400.000 televidentes en todo el mundo. La ve mi hija de ocho años y se ríe. La ve mi mujer y se ríe. Y me río yo, un boludón de 31. En esos extraños momentos, acodados los tres en el sillón riéndonos, cualquiera podría imaginar que somos una familia muy normal. Y eso sí sería realmente gracioso.

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