SOBRE LA PELÍCULA SUPER COOL |
Me cago en High School Musical |
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Así que, como verá, esta no es una película para toda la familia. No es un film que hable en nombre del amor y que a Chris Morena le gustaría producir.
En las colas del cine parecía una película, más bien, boludona y el otro día la alquilé sin grandes expectativas. Me llevé una sorpresa.
“Super cool” es una comedia franca, auténtica, al estilo “Porkys”. La escriben Evan Goldberg y Seth Rogen los guionistas del Show de Ali G, el programa más gracioso del cable, a quienes ya le ofrecieron hacer un episodio de los Simpsons para la próxima temporada.
Sí, es verdad, “Super cool” es un título de mierda que necesita de un espectador, sin prejuicios para sobrellevarlo. En los Estados Unidos la llamaban “Super bad” que tampoco era menos bosta que este. La historia cuenta cómo Seth, un gordito parlanchín mal hablado, Evan un flaco de buenos modales –como podrá ver los mismos nombres de pila de los autores que también eran amigos de la infancia-, y un nerd total llamado Fogell, buscan trincarse lo que sea antes de terminar el secundario, una tarea más difícil que la que tuvo el marino Ahab con Moby Dick. Una tarea sumamente complicada como le decía pues ellos abrazan una característica: son bastante feos.
Hay una fiesta con chicas esperándolos y ellos, aún siendo menores, se comprometen a llevar las bebidas alcohólicas pues Fogell, ya pienso en él y me río solo, tiene una documento adulterado y con él piensa salir a comprar las bebidas. En el camino a conseguirlas todo se complica. El nerd conoce a dos policías para alquilar balcones, corruptos, borrachos e ineptos: Michael y Slater, uno de ellos, estrella de Saturday Night Live, el otro el autor de la historia. Bien, hay un robo en una licorería y los polis se cagan en investigar, se pishan de risa y tiran las pruebas a la basura. “Después de CSI, la gente se piensa que la policía resuelve todo”, algo así dice uno. “Pero para descubrirlos, el ladrón tendría que haber dejado su semen por toda la escena. Y casi nunca los ladrones y los asesinos dejan su semen. Así que, ¿para qué preocuparse?”
No la estoy contando bien, me doy cuenta. No soy bueno para contar películas. No es gracioso así. Por todas estas razones, usted tiene que verla.
La perla de la película es una de las revelaciones actorales del momento –bueno, al menos para mí-.
Jonah Hill, el gordito que hace de Seth, tiene tremenda pasta de capo cómico. Viste una remera con la foto del legendario Richard Pryor, el mejor cómico de stand up de la historia. Y actuando es como un John Belushi precoz. Si no conoce a Belushi ni a Pryor usted se los pierde. Seth putea, es un pajero, y lo único que le importa es acostarse con chicas, que es lo único que me importaba a mí a su edad –ahora, como podrá intuir, sólo me importa el ikebana y los trabajos en papel maché-. Y el balance lo da su amigo, Evan –Michael Cera-, delgado, aplicado, conservador, el equilibrio justo. Entre ellos, desde el minuto uno, hay química pura. Afinidad equilibrada del ying y yang. Algo nunca visto ni siquiera cuando contratan a Robert De Niro y Al Pacino en una misma película. “Si esto sucediera en 1910, estos dos trabajarían juntos por los próximos 60 años”, dijo el productor de “Super cool”. “Serían como Laurel y Hardy”.
La versión extendida, donde hay más guarradas y casi una escena de sexo –que es la que ví yo-, tal vez le parezca larga. Son dos horas. Y sí, quizás es demasiado. ¿Pero qué otra cosa va a hacer este fin de semana? ¿Ver lo nuevo del cine iraní? No me joda.
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