LOS HIPERCRÍTICOS OPINAN
ME EQUIVOQUÉ
Luis MajulPor: Luis Majul. Así. Con mayúsculas y en primera persona. Igual que muchos de mis colegas, calculé que el proyecto oficial de las retenciones ganaría “por lo menos” 35 y 37 en el Senado. Vaticiné lo contrario y no sirve como excusa argumentar que fuentes muy creíbles del Gobierno y también de la oposición nos venían informando, por lo menos hasta las 21 horas del miércoles, que la resolución 125 iba a ser aprobada sin cambiar ni una sola coma, y que a último momento, incluso, el Gobierno obtendría aún más votos.

Y no me equivoqué sólo en el resultado.

También cuando descarté que se produciría un empate.

Es más. Pronostiqué con cierta suficiencia y respondiendo a preguntas de mis compañeros de mesa y de los oyentes de la radio, que en un hipotético caso en el que Cobos tuviera que desempatar, lo haría a favor del Gobierno que integra, y en contra de los intereses del campo.

Ahora que pasaron unos días, lo único que me consuela es saber que informé y analicé la situación con honestidad, y que por eso mismo siento que empecé a encontrar las razones de mis errores de interpretación.

¿La verdad?.

Hasta la frase “mi voto no es positivo” de Cobos, siempre pensé que la chequera y las amenazas del kirchnerismo eran dos armas indestructibles, capaces no sólo de comprar a Ramón Saadi sino también de dar vuelta el voto de quienes ya habían anticipado la negativa.

Pero la peor equivocación fue subestimar, en el análisis político, el factor humano.

La escena de la madre, los hermanos y los amigos de Emilio Rached rogándole que votara por el no, con la seguridad de que si no lo hacía jamás podría volver a Pinto, el pequeño pueblo de Santiago del Estero del que fue intendente durante diez años.

Los mensajitos de texto que Agustina Cobos, estudiante de veterinaria,  le envió a su padre en las horas previas a su trascendental decisión.

La foto del vicepresidente, ninguneado hasta la humillación, poniendo un límite al maltrato al que fue sometido él, junto con el resto de la sociedad.

Muchos dirigentes políticos que creen en Dios comentaron que fue El de Arriba el que eligió como instrumento a Julio César Cleto para frenar tanta injusticia.

No hay manera de confirmarlo.

Sí me propongo con firmeza tratar de aprender la lección.

Por lo pronto, a los cientos de libros de teoría política que tengo en la biblioteca a la altura de mis ojos, los cambiaré de lugar y los pondré un poco más lejos.

Así podré prestar más atención a las conductas humanas de hombres sencillos capaces de cambiar la historia sólo para poder mirar a los ojos a sus hijos.

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