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Por Juan Terranova. Lunes. Miro The walking dead como quien hojea un folleto de las vacaciones soñadas que nunca tendrá. Después, buscando obras de Osip Mandelstam en la web, pienso en la Madre Rusia, mujer temperamental, imposible, sensual. Argentina es una pequeña Rusia también, con su Siberia de juguete, una parte de esa Ucrania que queda todavía un poco más al sur. “En la poesía siempre es la guerra” parece que escribió Mandelstam. (Meschonnic cambió “poesía” por “lenguaje.” Mejor inclusive.)
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Por Juan Terranova. Lunes. Comienzan los recuerdos por los cien años de la Primera Guerra. Leo en El País un artículo donde se cuenta la historia de la “Maza británica para rematar caballos heridos”. Con forma de martillo gigante, fue parte de una exposición del Imperial War Museum sobre los animales en las guerras. El artículo dice que “era una herramienta salvaje y basta que se manejaba con ambas manos para aplastar el cráneo de los nobles brutos heridos cuyo convulsionante y ciego dolor ponía una nota añadida de especial espanto en los campos de batalla.” Qué prosa. Un herramienta salvaje y basta.
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Por Cicco. El espíritu pochoclero, sentimentalero y marketinero lo plaga todo, incluso la literatura. Será por eso que, muchos narradores, si tienen perfil bajo, hacen vida familiar, pagan sus impuestos al día y se dedican a joder lo menos posible a los demás, no suelen merecer portadas en suplementos culturales como aquellos que tienen vidas escandalosas, sus mujeres se quitaron la vida y pasaron de clínica en clínica de rehabilitación. Será por eso que, excepto el día que muera o que se dedique a achurar mujeres, nunca lo vas a ver a Elvio Gandolfo en las portadas de cultura. Él está en otra. Él, escribe.
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Por Juan Terranova. Lunes. Soñé que me mudaba al sur de Francia y, sin saber bien por qué, comenzaba a traducir a muy jóvenes poetas al español. La poesía me gustaba y trabajaba en mis tiempos libres. Aunque quizás eso lo supongo ahora y no estaba en mi sueño. Lo que sí estaba era un poeta muy flaco que me preguntaba si podía traducir sus poemas al español. Yo le decía que sí. Él me volvía a preguntar incrédulo y yo le volvía a decir que sí, que podía traducirlos al español y después agregaba que también al italiano y al inglés. Y al final, ya con ironía, le decía “incluso puedo traducirlos al francés.” El poeta se ofendía, aunque no del todo, porque especulaba que yo, pese a ironizarlo, todavía podía ayudarlo a trascender las fronteras de su narcisismo.
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Por Juan Terranova. Lunes. Soñé con la bomba atómica y con Harry S. Truman. En mi sueño, había un pasillo blanco y gente hablando. En un momento yo me acostaba en un sillón y alguien decía "ya tiraron la bomba, mister president." Truman tuvo una hija que se llamaba Mary Margaret. ¿Le decían en el colegio Mary, da bomb? En abril de 1945 el viejo Harry asumió por la muerte de Roosevelt. En agosto estaba autorizando el uso de armas nucleares contra Japón. Encuentro sus declaraciones en Wikipedia: “Sabía lo que estaba haciendo cuando detuve la guerra... No me arrepiento y, bajo las mismas circunstancias, lo volvería a hacer.” Matar un montón de gente para que no se siga matando más gente. No me resulta contradictorio. Siento admiración por Truman. Brecht decía que al lado de fundar un banco robarlo no parecía un delito. ¿Y qué tal la bomba al lado de los artesanales asesinos en serie, Mister President?
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Por Juan Terranova. Lunes. Esa fuerza que te hace pensar que estarías mejor viviendo en un cañaveral, siendo ateo, un ácrata, un hombre arrasado, ¿de dónde viene? Vencen los bárbaros, los gauchos vencen. Vencen en mí. Cada tanto. El sueño diurno de ser un vikingo, un anarquista, un federal, hombre de a caballo, matador de zombies, monstruosa alternativa al monstruo. ¿Y si pensáramos el rock nacional como una consecuencia de la sublimación de la gauchesca? Qué máquina de Dios y el demonio es YouTube. Ayer mi madre me regaló unos libros viejos que compró, hace mucho, en un viaje a Francia. Están marcados con precios en francos. Las etiquetas van perdiendo precisión y el negro ya es gris, pero se lee todavía con claridad. Son libros de otra época, libros que exhiben su marca del siglo XX.
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Por Juan Terranova. Lunes. El titular dice “Detienen a un hombre que exorcizaba mujeres con su pene.” La nota describe el accionar mínimo de un hombre chino llamado Huang Jianjun que fue detenido en la provincia de Guangdong por haber convencido a una mujer de que su pene podía “ahuyentar a los malos espíritus de su vagina.” ¿Quién lo detuvo? The Huffington Post dice que la víctima contactó al “cazafantasmas” porque necesitaba ayuda para seducir a su jefe. Jianjun le ofreció “una extraña propuesta de exorcismo que le costaría 2.500 euros.” (¿Euros en China? ¿O se trata de un cambio hecho por el redactor?) Según el exorcista los fantasmas que tenía la mujer en su vagina le impedían que su jefe se enamorara de ella y “solo podría deshacerse de ellos si él le introducía su miembro.” Pero, al parecer, en declaraciones a la policía, el hombre confesó que sufre de diabetes, lo cual le impide tener una erección, así que difícilmente haya podido violar o pretendido violar a nadie. La idea de tener fantasmas en el sexo es freudiana. La talking cure china pasa por los genitales de un diabético impotente. Y todo por un ascenso.
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Por Juan Terranova. Lunes. Hace poco fue el cumpleaños de Joyce y también el aniversario de su muerte, 2 de febrero, 13 de enero. Las efemérides cruzadas me hicieron acordar que durante un tiempo, hacia el 2007, traduje Chamber music, sus poemas. “¿Para qué, hijo?” preguntaba mi madre con criterio. “No lo sé, madre” respondía yo. Tenía una trabajo alienante y traducir me ayudaba. "Chamber music”, la frase incluye, según Wikipedia, una referencia a la música de la orina cayendo en el orinal de cobre. ¿La primera edición tenía una tapa verde? Veo una edición así en la web, de un verde oscuro, atildado, menos jardín que selva domesticada. La del Ulysses era azul marino. Buscando información sobre las tapas de los libros de Joyce encuentro que, al parecer, Marx le quiso dedicar El Capital a Darwin, pero Darwin rechazó amablemente la dedicatoria. ¿Es posible rechazar una dedicatoria? Pienso que el Twitter extremo sería Twitter sin interacción. Sin diálogo. Sin reply. Monólogo duro. Como Joyce, como el habla del dinero, como la vida misma.
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Por Juan Terranova. Lunes. Un titular “Murakami supera a García Márquez como el escritor favorito de los que fingen que leen.” Un titular que tiene su sofisticación, su pliegue, y sigue una nota atendible. Copio el inicio: “Haruki Murakami ha desplazado al escritor colombiano Gabriel García Márquez como el primer autor que salta a la mente de quien finge gusto por la lectura ante la pregunta explícita de su interlocutor. De acuerdo a la encuesta realizada por Consulta Mitofsky en una muestra representativa de Starbucks a lo largo del país, Murakami es el autor favorito para poner sus libros sobre la mesita de café, en pose de lector empedernido.” En todo, finalmente, hay renovación. Pero, ¿no todos fingimos leer cada vez que leemos? ¿Qué diferencia hay entre leer y fingir leer? ¿Cómo comprobar, sin actos policiales extremos, sin ineficientes cuestionarios escolares, quién lee y quién no? Hamlet se hace el loco y se vuelve loco. No se puede fingir demasiado tiempo algo sin empezar a verse afectado por la máscara. Supongo que el problema es Murakami y sus insípidas novelas y sobre todo esas sensuales ediciones de Tusquets, negras y brillantes como un ataúd nuevo.
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Por Juan Terranova. Bajo el título Informe sobre Moscú, Palabras Amarillas acaba de editar dos textos inéditos –o de circulación escasa– firmados por José Sbarra. El primero, Informe sobre la situación en Rusia, narra el viaje de Sbarra a la URSS en 1990. Se trata de un viaje de negocios. La presencia del autor debe avalar la escritura del guión y el posterior rodaje de Marc, la sucia rata, una películaque se basaría en uno de sus libros. Así, en Rusia, Sbarra hace vida intelectual, se droga, escribe y sobre todo, como contrapeso de la experiencia exótica, añora a un novio que dejó en Buenos Aires.