SOBRE EL NOBEL DE LITERATURA PARA JEAN MARIE GUSTAVE LE CLEZIO
La muerte y los premios

Le ClézioPor: Juan Terranova. Jueves a la mañana. Nos enteramos que el premio gordo del Nobel se lo llevó Jean Marie Gustave Le Clézio, un narrador francés con un curriculum en orden, y permanente candidato de segunda línea. ¿Hay sorpresa? No tanta. Aunque se hagan los locos, los suecos solamente nos sorprenden en retrospectiva, con sus muñecas inflables, su tan cacareada libertad sexual y el grupo ABBA, que cada tanto renace de sus cenizas como el Fénix.

Vamos la Academia

Según Clarín, la Academia Sueca reconoció que Le Clézio "es un escritor de la ruptura, la aventura poética y el éxtasis sensual. Un explorador de la humanidad más allá y por debajo de la civilización reinante". Si esto fuera verdad, si Le Clézio explorara verdaderamente por debajo de la “civilización reinante” jamás le hubieran dado nada. El Nobel es para los talentosos que pueden hacer algo más o menos digno con lo epidérmico, los que pueden tocar más o menos bien con sordina. El que anda a los gritos pelados hace otras alianzas y este galardón lo va a mirar de lejos. (A menos que grite entre el coro afinado e inaudible de la hiper-corrección política, si es así, por ahí algo le tiran o manotea de rebote.) Cuando intenté hace un tiempo leer a Le Clézio me encontré una prosa seria y con cierto aire de clasicismo poco jugado. Lo que mejor recuerdo, sin embargo, es el aburrimiento.

Vandalismo digital

Sin embargo, algo de alegría me dio este episodio del Nobel. Clarín escribió un suelto donde se narraba este acto de vandalismo: “Apenas dos minutos después de que el francés Jean Marie Le Clézio fuera galardonado con el premio Nobel de Literatura, la distinción ya había sido incorporada a su semblanza en Wikipedia. Cinco minutos más tarde, ese breve perfil incluía la novedad, absolutamente falsa, de que, por la emoción, el escritor había muerto por un infarto de miocardio.”

Información versus Ficción

El párrafo de Clarín es impecable, pero mejor aún era el párrafo de Wikipedia, hoy tristemente desaparecido a manos de censores anónimos. En la lucha que se dio en esos minutos –porque fueron minutos nada más– entre la información y la ficción, queda claro para que lado pateaba el vandalismo. McLuhan decía que la esquizofrenia podía ser uno de los efectos directos de la alfabetización en masa. Ese mínimo lapsus temporal en el cual Le Clezio fue dado por muerto nos dice algo sobre el carácter intrínsecamente buchón de la información, compañera a veces esquiva pero siempre presente de la ética del periodismo.

Dos buenos caminos

La muerte y los premios son dos buenos caminos para encontrar lectores, que llegan, tamizados por el morbo y la poca capacidad de lectura del periodismo. La salida de una novela no es noticia. La muerte de un autor sí. Ahí lo tenemos colgado todavía al pobre Foster Wallace como ejemplo. Pero, ¡qué negocio editorial si el efecto del premio es el que liquida al autor! La serpiente que se muerde la cola, embalsamada y barnizada, lista para lucirse en los estantes de su comercio amigo.

Para variar

Para variar, un año los suecos podrían declarar el Nobel desierto y escribir una nota diciendo que los novelistas deberían tomarse más en serio su trabajo. O también podrían dárselo a escritor menor de treinta años (que tenga tiempo, reflejos y vitalidad para después de la fama y los flashes, aparecer fotografiado teniendo relaciones sexuales con una prostituta en un auto). Una más para terminar. En la Argentina, los más reciente de Le Clézio se dio a conocer en dos editoriales pequeñas, Adriana Hidalgo y El Cuenco de Plata, ambas de excelente catálogo. ¿Y los grandes grupos? Esos, como están sentados sobre el capital, se tiran los plenos cuando el croupier ya cantó el número ganador. Esta primavera los remito, si no, a las mesas de novedades de las librerías.

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