LAS TEORÍAS SALVAJES DE POLA OLOIXARAC
Sobre el estado de la cultura

Las Teorías SalvajesPor: Juan Terranova. Toda descripción crítica de Las teorías salvajes de Pola Oloixarac es difícil y simplificadora. Esto, al parecer, lejos de ser un obstáculo para su lectura, resulta una virtud.

Mientras lo leí fui subrayando y escribiendo en los márgenes del libro. La lista de esas anotaciones incluye frases como “La filosofía como insatisfacción”, “El campo intelectual porteño como circuito de entrenamiento del narcisismo” y también “El mal entendido de la pedagogía como motor a dos tiempos de la historia privada”. Pero más allá del ingenio con el que se pueda abordar el libro –publicado a fines del año pasado por Entropía, ya sin duda la editorial argentina más interesante del momento–, más allá de su evidente calidad literaria, Las teorías salvajes es una novela que faltaba. Y si bien no aparece sola en el horizonte de la producción novelística argentina –se me ocurren en enseguida como compañeras La cátedra de Casullo o Filo de Sergio Olguin–, sí tiene un contundente pronunciamiento contemporáneo, como si se tratara de un refresh sobre viejos temas. No es poco. Mientras releo, saltando páginas, me acuerdo de la sensación que da recargar una página web para que aparezca un elemento nuevo, un mail que recién llegó, un diseño en flash que no había terminado de generarse.

Universidad de masas

En nuestra universidad de masas –diría el pillo de Umberto Eco– el sistema de cátedras, escenario privilegiado de una de las historias de la novela, se parece mucho a un encuentro festivo o a un potlach. En los pasillos de la universidad las tácticas de seducción resultan imprescindibles. Y el laboratorio y la experimentación no sólo funcionan entre alumnos, que vienen completando su educación sentimental, sino también entre alumnos y docentes, con el botín del ingreso al cuerpo colegiado. Oloixarac lo dice muy claro: el conocimiento se entrega engarzado en la libido. De allí que sea un error leer la novela acotada al ámbito de la Facultad de Filosofía y Letras. Su escritura no será descifrada sólo por puaners expertos, que conozcan de primera mano a la “tigresa rampante de las aulas”. Todo aquel que haya pasado en algún momento por las manos de la gorda, fastuosa y permisiva Universidad de Buenos Aires o algún otro sistema de reparto educativo similar –los hay– va a encontrar reflejos en estas historias.

Oximoron no

Sobre el título es posible conjeturar mucho. Conocimiento y erotismo. Conocimiento y crueldad. Conocimiento y falsa moral. Conocimiento y frivolidad. Casi como de costumbre, cuando se entra en la serie, el oximorón creado entre la luminosa representante de la estirpe griega y el adjetivo de connotaciones gauchescas se desdibuja. El ánimo de la teoría, y ahora ya completamente fuera del ámbito local, es subversivo. La narrativa teórica genera disconformidad, política e intelectual, pero también resalta o descubre los más pronunciados e inasibles rasgos neuróticos. Modernidad trunca mediante, no hay posibilidad de que en la Argentina, más aun en nuestra Argentina cibernética y kirchnerista del presente, las teorías nos sean salvajes.

Hablemos de orquídeas

El martes pasado, sumido en un clima de expectativa general y con una humedad ambiente del ciento diez por ciento, me tocó entrevistar a Oloixarac en el marco de una serie de charlas que organiza la librería Eterna Cadencia. Hablamos de orquídeas, de Pabst y Kamtchowsky, de su fealdad, de cómo esa fealdad se mezcla con la belleza, de cómo el placer se roza con la democracia y también sobre los efectos de la ansiedad y el valor de la autoestima. En la web hay, para el curioso, varios registros impresionistas o magnéticos de la charla que empezó con aire de Radio Nacional y se fue distendiendo hasta que la entrevistada dijo una par de frases claves. La principal, la que me permitió completar mi lectura de la novela se dio con la muy simple declaración de intereses: “Me interesa –dijo Oloixarac– el estado de la cultura”.  La frase simple y radiante me quedó. Si estos eventos de sociabilización de la lectura y la escritura –siempre un tema complejo– sirven es por este tipo de cosas. Y eso es Las teorías salvajes, una novela que indaga y narra, en algunos momentos con mano magistral, el estado de la cultura en la Buenos Aires de hoy cruzada por conocimientos y poses muy puntuales, en las que nos identificamos o preferimos no identificarnos, pero que conocemos muy bien.

{moscomment}