EN CRÍTICA Y EN VEINTITRÉS
Dos notas diferentes

Crítica y VeintitrésPor: Juan Terranova. El periodismo porteño es de cerrar filas muy rápido. “Es una nota, no importa si sale mal, mañana hacemos otra” se dice. O también se escucha, demasiadas veces, “¿y qué querés? Me la pidieron, hice lo que pude”. Cuando falta talento y dedicación, la discursividad, como el parche, vienen a posteriori. Frente a estos desarreglos profesionales, prefiero no discutir en abstracto. Dos notas ligadas al rubro “cultura” de los diarios me llamaron la atención en estos últimos días. La primera es excelente, y aunque creo que salió en Veintitrés, se puede leer en el sitio de El Argentino. Diego Rojas entrevistó al recién formado grupo Aurora. La otra, con el título de “La misteriosa sociedad de las intelectuales rebeldonas”, apareció el pasado 29 del corriente mes, en la sección Culturas del diario Crítica, va firmada por Roka Valbuena y es el peor periodismo posible.

Alta en el cielo

En la entrevista del grupo Aurora no se trata tanto de que Rojas pregunte con inteligencia y astucia, lo cual es innegable, sino que las respuestas de Félix Luna, Horacio Sanguinetti y comparsa van armando un cuadro asordinado y atractivo. A la definición de casette que da Diego Barovero —“Empezamos a nuclear gente con ganas y pensamientos comunes, preocupados por la situación del país y las instituciones y por la falta de debate de ideas”— le siguen otras inflexiones que resultan bastante más ilustrativas sobre lo que les pasa por la cabeza a los integrantes del grupo. Las ganas de escribirle el discurso “de Parque Norte” a Cobos, la increíble cita del baby-doll, el largo silencio descripto después de que Rojas pida opinión sobre Chávez, la respuesta categórica y campechana de Luna que pone a Sarmiento como referente dicen mucho más de lo que los entrevistados parecen en un primer momento dispuestos a revelar. Si el periodismo no sirve para reaccionar e interpelar en forma más o menos crítica a este tipo de grupos, entonces no sirve para nada.

Borrachera

En la otra mano, con una pomposidad torpe, la nota de Valbuena intenta ser simpática, pero, estilo de borracho mediante, no le sale. El periodista es “detective”, lo cual ya da un poco la tónica del asunto. Podría hablarse de ejercicio de machismo, pero me planto antes. “Hablamos de un movimiento de escritoras que pretende luchar contra la misoginia en los medios culturales. Buscan derrocar el poderío masculino. El golpe, se puede deducir, tiene aroma a sexo. El sexo vende.” escribe Valbuena y después agrega que eso activó las “campanas sensacionalistas”. Ni esta conciencia del mecanismo periodístico ni el supuesto humor sensual de la frase alcanza para justificar tanta cursilería.

Las diferencias existen

A diferencia de la nota de Rojas, la de Valbuena no tiene objeto, no hay noticia. El feminismo que dice descubrir y que, en realidad, construye y construye mal, como una militancia anacrónica, no alcanza para despertar interés. ¿Hay miedo de macho inseguro en la nota? Peor, lo que hay es ignorancia. Se puede escribir una nota decente desde la ignorancia. Todos los periodistas lo saben. Pero este no es el caso. Se dice que a Nippur de Lagash tenía filo para el malo y planazo para el tonto. En esa lógica, a Valbuena le tocaría, sin muchas escalas, el planazo.

{moscomment}