UNA SERIE DE LIBROS QUE MERECEN ATENCIÓN
Casi incendio la casa

SupranaturalPor: Juan Terranova. A fines del siglo XX, la editorial Siesta impuso un modelo de edición para poesía en la Argentina. Libros chicos, bien editados, con obra de poetas jóvenes y muy jóvenes. Siesta fue el emprendimiento editorial de un grupo, pero eso no implicaba hermetismo o indiferencia. Editorial abierta y generosa, su importancia no deja de crecer con los años. Siguiendo esa línea, con alguna vuelta de tuerca más sobre el soporte –sobre todo en el precio, un tema no menor a la hora de hablar de libros–, la editorial Casi Incendio La Casa puso a circular desde hace un tiempo una serie de libros que merecen atención. Tomo tres ejemplos.

En Supranatural, Iván Moiseeff trabaja una única escena donde se cruzan dos tradiciones. Tres hermanos comparten una madrugada eléctrica de verano en un departamento del centro de la ciudad de Buenos Aires. Cuando la madre alcoholizada cae en trance, la voz que compone los breves poemas –superpuesta a la mirada de uno de los protagonistas– encuentra un sentido a esa fuga recurriendo a las películas de terror de la década del 80. Así, las paredes protegen del infinito exterior y la infancia deja de ser un lugar seguro. Lo propio y lo extraño, entonces, revisitado en una serie de intervenciones impresionistas que van del unheimlich freudiano a Polstergeist.

Como otra cara de los años 80, en Si va a morir gente, votemos quienes, el poeta cordobés Vicente Luy elige desarticular las diez páginas de su libro en fragmentos que van desde el aforismo irónico a la arenga punk. Es posible que quien haya leído a Luy –no es un poeta nuevo ni mucho menos– reencuentre fragmentos de otros poemas o libros. Pero, lejos de un tedio o un ripio que nunca fue propio del autor, la reelaboración de viejos versos, consignas o epigramas hace de Si va a morir gente, votemos quienes una excelente entrada a la obra, dispersa, árida, dura, pero comprensible y emblemática de Luy.

Mucho más cerca en tiempo y espacio, Entre la tristeza y la nada y otros incidentes e intervenciones textuales de ultraizquierda de Fernando Horacio de Leonardis despliega siete textos de prosa arisca que ponen en escena situaciones que ilustran en clave política los gestos del rock, al mismo tiempo que reordenan su historia reciente. Más cerca de lo pulsional que del ensayo, sin miramientos de orden –la falta total de mayúsculas evidencia un interesado desinterés en la norma lingüística–, Entre la tristeza y la nada… logra productivas relaciones críticas. Comentando un recital organizado por la última dictadura,  De Leonardis señala que mientras otros “sensibles y sensibilizadores protestones” aceptaron la invitación a participar, Virus declinó la oferta mientras “sin alharacas pero firmemente aleccionaba que se puede ser esteticista y un agudo observador de la realidad”. Esta mezcla de conciencia, evolución política y aguafuertismo porteño aplicada a la cultura pop resulta contundente en su radicalidad. Entre la tristeza y la nada… marca así una respuesta que se debería desarrollar contra la epidérmica y hosca politización del rock contemporáneo.

Las ediciones de CILC tienen buen gusto (la de Iván Moisseff, por ejemplo, está diseñada por la artista chilena Catalina Schliebener) y valen la pena como un primer escalón escondido, como un espacio de pequeños desplazamientos y existencia en la contención. Aunque se venden en algunas librerías, es habitual conseguir los libros de CILC en fiestas y lecturas que organizan los mismos editores. Lo textual aparece, entonces, como un ingrediente más de la sociabilidad. Por supuesto, esta forma de poner a circular información escrita no es ni de cerca nueva, pero sirve, una vez más, para recordar que los libros y el mercado del libro, o lo simbólico y el dinero, no comparten un mismo contorno ni un mismo horizonte conceptual.


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