QUINTA ENTREGA |
Internet y literatura |
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22. Cuando se describió por primera vez el chat se dijo “un sistema de mensajes instantáneos”. Pero, ¿más instantáneos que el mail? Sí. El protocolo de comunicación es diferente. Las presiones y operaciones que ejerce el chat sobre la lengua son más duras y exigentes que en el mail y en el chat. Aparecen con más claridad los vectores de condensación y oralidad. Podríamos incluso decir que aparecen con una claridad brutal. Los usuarios retuercen la lengua. Prima lo utilitario en su fase más arrebatada.
23. Pero condensación no significa necesariamente síntesis. La condensación también es la reducción, el apelmazamiento, la compresión de un gas y su transformación en líquido. Así, lejos de un destilado, el chat contiene en sí mismo, en las pocas palabras que lo componen, un mapa para leer todas las fracturas y recomposiciones a la que somete el lenguaje la cultura digital.
24. Más. Si la autonomía de las piezas literarias se vulnera en cada post que se escribe, el chat opera como una puesta en valor y relectura de toda la tradición literaria que experimentó con la oralidad. Cada lengua tiene sus paradigmas ya canonizados. En la novela reciente, desde James Joyce hasta Manuel Puig, desde Faulkner hasta el boom de la novela latinoamericana. En poesía los ejemplos son todavía más pregnantes.
25. Entonces, seguimos, desjerarquización, pluralidad, reblandecimiento de los géneros y las normas y puesta en cuestión de la autonomía. Se escribe cada vez más “como se habla”, “casi sin pensar”. La escritura, con toda su carga de afectación y artificialidad ¿empieza a tener una velocidad parecida a la de la televisión y la radio? ¿El principio de estos intercambios digitales puede remontarse a los diálogos platónicos?
26. Frente a este proceso de desjerarquización y repluralización del uso a partir de algo tan contundente como una tecnología imprescindible para la comunicación, el arte de escribir – o su gran representante, el arte de la novela– puede optar por dos posiciones. Una, replegarse sobre un estilo que continúe la tradición más vieja y afianza, continuar, evitar el roce con estas operaciones, o, dos, incorporarlas, darles un lugar, integrarlas o al menos intentar hacerlo. Lo cual demuestra que incluso aquellos que optan por seguir adelante sin mirar lo que ocurre en sus casillas de mails se ven modificados, comprimidos, por la web. No escuchar, desentenderse, también es una forma de responder al llamado digital. Quizás la más evidente y conspicua, la que más resalta por contraste.
27. Siguiendo la primera opción, nacen entonces algunas novelas que intenta “sintonizar” el pulso formal de estos nuevos soportes. Elijo dos casos, quizás los primeros. La ansiedad de Daniel Link publicada en el 2004 y Keres coger?:Guan tu fak de Alejandro López publicada en el 2005.
28. Ambas novelas son primeros intentos de abordar las nuevas tecnologías de la comunicación desde la literatura. Sin embargo, esa pretensión y su realización concreta no se ven privadas, como decíamos, de una importante y nutrida tradición literaria. Tanto La ansiedad como Keres coger?:Guan tu fak revelan una clara relación, tanto en operaciones como en intereses, con los procedimientos de cierta zona ya bien trabajada y conocida por la crítica e incorporada al canon de lecturas argentino.
29. Más allá de los resultados puntuales de estas dos novelas, la pregunta que surge es: ¿Cuánto se pierde y cuánto se gana en este pasaje de soporte de la energía de la pantalla a la autonomía –pretendida o real– de un género que se consume desde el papel? O quizás, más específicamente, ¿qué implica este desdoblamiento? ¿Es un avance sobre el presente de la realidad literaria o un retroceso de los géneros de la web a un lugar de prestigio –el libro– relacionado con el siglo XX?
30. Para responder a estos interrogantes el primer paso es preguntarse cómo, de qué manera, y con qué elementos y herramientas están construidas estas novelas.
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