SÉPTIMA ENTREGA/ 
Internet y literatura

LETRA F/Por: Juan Terranova. 29. Ahora habría que citar fechas. En el año 2006 se inaugura Twitter y Google compra You Tube. En el 2007, Facebook lanza su versión en español.

30. Antes, con los blogs, la expresión “redes sociales digitales” significaba muy poco. Sin embargo, los blogs eran, de hecho, redes sociales digitales. ¿A qué se debe que Twitter y Facebook sean identificados rápidamente como las únicas, o al menos, las más importantes redes sociales de la Argentina y los blogs pertenezcan a otra especie y a otro momento de la historia? Creo que hay una tensión entre lo social y la escritura, el Logos, la edición y el caudal del acto de escribir. Se ve, por ejemplo, en cierta rivalidad temática y bibliográfica, una fría distancia, entre los alumnos de Facultad de Ciencias Sociales y los de la Facultad de Filosofía y Letras. Los alumnos y sus cosmovisiones, claro está. La idea de lo social enfrentada, o complementando, la escritura y viceversa es una situación que afecta directamente al análisis de las redes sociales.

31. Hay otra cosa que sería importante decir de entrada para abordar esta etapa de la relación entre Internet y Literatura. Más allá de toda normativa, si se genera escritura, se genera la posibilidad de una literaturnost. Esa es, en la eufórica o la disforia, en el entusiasmo o la decepción, la lección que nos dejan esos corpus nacionales narrativos, poéticos y dramáticos de la modernidad. Si optamos, por negar esta posibilidad, o complejizarla –es válido–, entonces nuestro camino será largo y de espinas, y es muy probable que también sea seco y haya que esperar cincuenta años para empezar a recorrerlo. Acosado por la ansiedad y un mal disimulado entusiasmo crítico, que en algún momento puede ser vitalidad, elijo lo primero.

32. Al mismo tiempo me voy a negar el sondeo sobre los límites de lo privado y lo público ya que considero ese acercamiento un poco trillado y esa recursividad me afirma en la idea de que toda escritura, por mínima e irrelevante que sea, vulnera esa frontera siempre difusa, siempre en cuestión.

33. Y ya dentro de la forma, que siempre es también un poco afuera de la forma, me pregunto: ¿Llegó el momento en que la poesía está siendo ser hecha por todos? ¿Suena la hora de la democratización del ineludible monólogo final del Ulises, donde Molly Bloom entra en un proceso bulímico lingüístico? ¿Son estas páginas un viejo antepasado, el “homo eructus” del time-line de Twitter? ¿Anna Livia Plurabelle vive fragmentada en Facebook, travestida en una heroína sentimental que se fotografía a sí misma en el baño de su casa y lee literalmente todos los comentarios que le hacen en su muro? El espiral de estas comparaciones, que unen retóricamente el alto modernismo y los experimentos de las redes sociales digitales, podría ser largo, fascinante o tedioso, pero sobre todo improductivo. Si se trata de hacer analogías, entonces, preferiría volver a los pliegues, y decretar la existencia, el regreso o la supervivencia, de un barroco contemporáneo.

34. Twitter y Facebook, digo, como los dos nuevos pliegues de un barroco contemporáneo. Facebook, más groncho, más popular y populachero, leído en relación con la literatura de cordel, con la imagen, con un relato plano del yo, grasa, inclusive porno. La narración continua de nuestros cuerpos exhibidos. Tiene comercio simbólico con otros gestos de firuletes recargados y excesivos, como tunear un auto, ponerse brillo en la cara, maquillarse, tatuarse, usar minifalda plateada y ostentosa ropa de marca. Twitter es más arty. Más falsamente humilde. La erótica atravesada por el Logos. El discurso reduciéndolo todo a un par de palabras claves y contraseñas con forma de hash-tag. Twitter remite al diálogo fluido y hermético de los albañiles en la catedral, recuerda a las sectas, a los guiños, a las identificaciones secretas. Una cinta violeta prendida en el saco, el domingo mientras se da misa. Entonces si las redes sociales son una catedral gótica, Facebook es para los que van a excomulgar sus pecados y a socializar porque no puede dejar de pecar; mientras Twiter es para los constructores del Gran Logos. Ambos hablan de la medida y la exageración de nuestra época.

32. Desde luego también están la picaresca, la denuncia, la acusación, la chicana y sobre todo las máscaras y el anónimo, continuando el proceso de desafío a las normas del lenguaje. Ya no se trata tanto de la brevedad, como de la fragmentación, la continuidad y la superposición.

33. En este sentido, las redes sociales son una experiencia de multiplicación exponencial de la navegación en la web. Rige la yuxtaposición y el choque. La curiosidad, un poco vertiginosa, de la metonimia desplazando a la metáfora como gran figura del lenguaje, acicateada por el ego y la perenne máquina del narcisismo.

34. Así, en este caos de símbolos acelerados, insisto, el gran tema parece ser admitir que la producción escritural de la web ya es “literatura” en sí misma, y de ahí ver cómo se soluciona la ecuación soporte-legibilidad, o mejor, soporte-prestigio. (Entendiendo “prestigio” como un lugar de administración de un bien, un punto de concentración en el campo intelectual.)

35. La última palabra entonces la tendrán los críticos. En ellos, en esa figura siempre un poco opaca -y hoy quizás demasiado opacada– recaerá a futuro, aunque ya podríamos pensar en el presente, la separación de lo que vale la pena ser leído y preservado de este marasmo pegajoso. No otra cosa vienen haciendo desde los inicios de su actividad en la prehistoria del mundo. Su trabajo deberá ir en la dirección de marcar una autonomía, por un lado, y de reponer un contexto, por el otro. Este movimiento de pinzas podría dar antologías de cuentas de twitter leídas como diarios íntimos, debidamente anotados para el estudiante o entregados depurados de ripios para una lectura sin trabas. No otra cosa que un twitter prehistórico parece ser, por ejemplo, el Diario de Gastos de Sarmiento en Europa.

36. Una digresión final. El Quijote parodiaba las novelas de caballería pero era al mismo tiempo una novela de caballería. La pregunta entonces no es tanto quién volverá a escribir el Facundo, sino quién logrará ironizar a los grandes y multitudinarios ironistas de la web. Twitter, en este sentido, parece un campo cerrado y complejo. Facebook, con su ingenuidad sensual, se me antoja más fértil. Hoy, Madame Bovary tendría Facebook; lo cual no garantizaría su éxito en el adulterio pero, quizás, sí evitaría su suicidio. De resignar caminos también está hecha la evolución.

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