Terranova en Italia

Por Juan Terranova. Lunes. “Non c'è paese in Italia, tutti diversi, che non abbia un po di paradiso” me escribe Edgardo Cozarinsky comentando unas fotos de mi viaje. Ayer pasó el Bloomsday y revisando esas fotos me doy cuenta que me quedé con ganas de tomar una cerveza y comer algo en el James Joyce - irish pub - risto pizza de Cosenza. Con lo que le disfrutaba Joyce el desgarre semántico, Italia y los dialectos, difícilmente su fantasma habite las Islas Británicas. ¿Rondará ese ectoplasma el húmedo santuario San Francesco Di Paola donde se exhibe una milagrosa bomba que cayó durante la Segunda Guerra y no explotó? El Bloomsday hay que festejarlo en Consenza o en Nápoles. A Dublin van los alelados, los corruptos de nervios, los faltos de imaginación. Nadie puede creer que el viejo ciego disfrutaría la salamera y previsible rutina de actores mal disfrazados voceando a los gritos sus obras por las calles.

Martes. Leo acostado. Si estoy sentado es porque leo en la computadora, donde también escribo. Hace unos diez años leí O primo Basilio parado en la cocina de mi casa familiar, poniendo el libro sobre una mesada de mármol, bajo la luz quirúrgica de tubos fluorescentes.

Miércoles. Busqued escribió en Facebook: “Saqué a los mercaderes de mi templo, y ahora el templo es una ruina, un embole. No viene ni Dios”.

Jueves. Primer feriado de una larga lista de días feriados que pasaran rápido y de manera inflexible. Se hace la una de la tarde. Busco un disco en mi carpeta de favoritos. Es hora del sutil sacudón. La voz del artista, noble y resignada, canta: “Give the finger to the rock and roll singer /As he's dancing upon your paycheck”.

Jueves más tarde. Leo este titular: “Rana macho copula con una rana muerta y consigue tener descendencia”. Luego, una breve nota describiendo una escena lírica y bizarra: “Las rítmicas embestidas van extrayendo del cuerpo inerte de la hembra una hilera de huevos que serán fertilizados inmediatamente. Los investigadores que contemplan admirados la escena, los retiran y los conservan en bolsas de plástico. Al cabo de unas semanas de cuidadosa observación, constatan que los embriones se están desarrollando. Es la primera descendencia engendrada en un acto de necrofilia de la que tenemos constancia”. Las etiquetas de la noticia son “necrofilia”, “amazonas” y “rana muerta”. Como soy porteño, católico, heterosexual y me dedico a la crítica literaria conozco la productividad del equívoco. De allí que la revelación no me sorprenda. Todos generamos “descendencia” y le arrancamos vida a cosas muertas. También partes inertes, desechos de nuestra existencia, en algún momento se fertilizan y vuelven a moverse y a requerir nuestra atención. Una rana más, una rana menos, no cambia las cosas.

Viernes a la mañana. Fracasar, ser refutados, que se señalen post morten todos nuestros defectos, errores y metidas de patas. Es un destino, no una fatalidad. Nos espera la refutación o el olvido. Desde la gran novela hasta el folleto más sintético, ningún género da garantías.

Viernes a la tarde. Hablando sobre los bienes que se pueden acumular en vida y que “son desvanecidos por la muerte”, el Papa Francisco dijo que nunca se vio “un camión de mudanzas atrás de un cortejo fúnebre”. Es una imagen de Fellini, de la picaresca de Buñel, casi egipcia, faraónica de cartón, necesariamente argentina. Un camión de mudanzas atrás de un cortejo fúnebre. ¿El lector va en el cortejo o el camión?