Por Juan Terranova. Lunes. Escribiendo un prólogo para unos cuentos de Güiraldes doy con la carta, famosa, donde Sarmiento le pide a Mitre que no economice sangre de gauchos. Quizás la carta no sea famosa y lo “famoso” sea la frase. Pero todo el párrafo vale una segunda lectura: “No trate de economizar sangre de gauchos. Este es un abono que es preciso hacer útil al país. La sangre es lo único que tienen de seres humanos. Recuerde el incidente que nos puso en desacuerdo en Valparaíso la primera vez que nos vimos, y compare los sucesos, en su obstinación y lógica.” El final con “obstinación y lógica” para esa sangre me resulta insuperable.
Martes. La semana pasada, a partir de una crónica de Diego Sanchez, especialmente sutil y bien escrita, Carlos Mackevicius señaló la frase Cuore a Dio, mani ai lavoro. "El corazón a Dios, las manos al trabajo".
Miércoles. Todos esperamos algo que no llega. Condición privativa de la modernidad. Esperar, esperar. Cuando esperamos desarrollamos eso que se llama consciencia. Un mundo sin esperas sería como un tren fantasma químico y estático. Cuando esperamos nuestro cuerpo y nuestra psiquis cambia. Hablamos mucho de "lo nuevo", pero mejor sería hablar sobre "la espera de lo nuevo". Cuando esperamos mucho algo, lo destruimos. Luis me escribe: “Rerum novarum cupiditas, el ansia de novedades. La expresión famosa por León XIII, que la toma de Tácito. Tácito es bien claro: el ansia de novedades era crimen de estado en Roma. De hecho a los cristianos los acusan de novedad.”
Miércoles más tarde. Mavrakis me manda una foto que no conocía de Santos Godino. Está desnudo. Mira hacia la derecha, algún punto fuera de cuadro. Su expresión no llega a ser de sorpresa, es, podríamos decir, de ligera desesperación. La idea lacaneana de "Semblante" ¿no es una vuelta irónica lombrosiana y frenológica? El petiso orejudo, nuestro Kafka.
Jueves. "Leía con afán, aun más, con porfía" dice Timothy W. Ryback de Hitler. Luego cita a Anni Plaim, sirvienta del führer, quien recordaba que en la puerta del estudio donde servía había un cartel que ordenaba "SILENCIO ABSOLUTO". "Los libros eran su mundo" señala August Kubizek. Todo en el libro sobre la biblioteca de Hitler, que finalmente comencé a leer. Más tarde, encuentro, en un artículo de Francisco Marzioni, la frase "ya sabemos, los nazis sólo pueden ejercer su nazismo leyendo"
Jueves, mediodía. Leo una entrevista, pésima, a Marcelo Cohen en Clarín. Todo está mal. Las preguntas, las respuestas, el titular, la idea general. Pero ese no es el problema central. El problema central es que todo atrasa treinta años. Un autor que reivindica la “literatura” más allá del “contar historias” y tiene puesto el mismo cassette de cromo en una cabeza que ni siquiera pasó a la doble casetera. (O mejor, pasó para copiarse eternamente a sí mismo.) Una sola frase basta: “El peso brutal del capitalismo sobre la independencia de la gente.” Conexión a banda ancha, urgente, por favor. Marcelo Cohen, alfonsinista, traductor prestigioso, novelista obsoleto. El escritor modelo de lo que necesita Clarín, alguien que no cuestiona nada, que trabaja mucho, no dice nada, hace su papel de preservar aquello que a nadie le importa que se preserve. Qué miseria.
Viernes. Ilusión malsana, innecesaria. Es malo citarlo, traerlo de la nada a colación. Pero Kafka solo tiene sentido si se lo lee desde el rock. Consideraciones acerca del pecado, el dolor, la esperanza y el camino verdadero debería ser el título de un disco de Iggy Pop. (Recuerdo ese video donde el guitarrista tiene una remera de Alien Sex Fiend. Y ese título, encima, ni siquiera es de Kafka)
Viernes. Un libro sobre un libro sobre un libro, todos los libros. Me parece injusto que se muera Marshall Berman y no algunos periodistas de amplio prestigio. ¿Murió el 11 de septiembre? Modernidad irónica. Que Dios te cuide, Marshall Berman.
Viernes, más tarde. Me resulta tan evidente que me cuesta argumentarlo. “Alguien tenía que hacerlo" es mejor, muy superior al "Preferiría no hacerlo" de Bartleby.