SOBRE EL LIBRO NADIE VIO MATRIX
Digresiones paranoicas

Tapa libro Nadie vio MatrixPor: Juan Terranova. Editorial Planeta acaba de lanzar Nadie vio Matrix, el último libro de Walter Graziano, y parece que le tienen fe para las vacaciones porque la campaña de prensa llegó a los afiches en la vía pública y a las lunetas de los colectivos. ¿Se le puede sacar algo más a esta película? Hitler ganó la guerra por lo menos era un título seductor.

Todos vimos Matrix, hasta el hartazgo

Nadie vio Matrix dice Walter Graziano, y justo elige una de las películas más vistas y sobre todo más comentadas del fin de siglo. ¿El título es malo porque Matrix la vimos todos? No, Graziano quiere decir que nadie “entendió”, que nadie desglosó y comprendió el mensaje que la película le enviaba a la sociedad. Pero la verdad es que Matrix fue tomada como objeto de análisis y punto de partida por muchísimos ensayistas, entre ellos, quizás el más conspicuo haya sido Slavoj Zizek, al cual le encanta cruzar psicoanálisis, Hegel y películas taquilleras. ¿Y entonces? Cuando ya vimos una y mil veces –en el cine, en DVD, por cable, la original y las insufribles secuelas– Graziano aparece, bastante tarde, a decirnos que nadie la vio o la entendió. Como golpe de efecto es bastante tosco, la verdad.

Graziano ganó la guerra

¿Qué organización occidental financia Al Qaeda y Hezbollah? ¿Quiénes traicionaron a la Unión Soviética desde adentro? ¿Qué ocurrió en realidad el 11 de septiembre del 2001? ¿Cuál es el “filósofo negro” que se esconde detrás de George Bush? La idea central de Nadie vio Matrix es que lo que vemos no es lo que es. Sino que, por el contrario, viviríamos en una “realidad virtual” construida por los poderosos del mundo. Nada muy original pero, ¿quién resiste esas preguntas o, mejor, la promesa de respuestas a esas preguntas? Lo lamentable es que Graziano condimente su propuesta de pánico y miseria con párrafos de verdulero moralista como éste: “Es suficiente salir a la calle, o ir a una discoteca por las noches, en cualquier ciudad importante del mundo, para ver cómo han cambiado las cosas: la juventud ha sido cautivada en buena medida por la cocaína, el éxtasis, el alcohol, la prostitución y fenómenos mucho más grotescos, tristes y preocupantes”. 

Metáfora y paranoia

La paranoia siempre impacta en algún lado. Te están mirando, te van a agarrar, vos no te das cuenta, no lo sabés, estás siendo víctima de un complot. ¿Quién puede ser inmune a eso? Se la podría pensar, arriesgando un poco, como una gran figura retórica. Usamos la metáfora todo el tiempo para expresarnos y vivimos en una ligera –o absoluta– paranoia. El libro de Graziano explota, sin talento pero con una fascinación muy clara, este fenómeno. Lo que dice muchas veces suena verosímil, pero es verdad de perogrullo, algo evidente con solo leer los diarios. Sin embargo, el principal problema del libro es su estilo pomposo, efectista, histérico. ¿Sería peor titulo Nadie vio la República Perdida o Nadie vio La Hora de los Hornos o Nadie vio Seinfeld? Quizás, pero lo cierto es que Graziano no es un gran prosista. Excesivamente pedagógico, explica a lo maestro ciruela cosas muy básicas, inventa lo que no sabe, usa expresiones que tienen treinta años de obsolescencia como “país en vías de desarrollo” y cita a Toni Negri desde el equívoco hablando todo el tiempo del “Imperio”. Así no hay paranoia que rinda. 

El método paranoico-crítico

En todo caso, si sus hipótesis fueran atendibles, Nadie vio Matrix entraría en una espiral de contradicciones. Graziano es parte del aparato del marketing, publica en una editorial multinacional de capitales extranjeros, se saca una foto con sonrisa boluda en la solapa del libro, y por sobre todas las cosas, practica un género literario tipo “denuncia-best-seller” que no llama a la reflexión sino a la indignación pasatista y al escándalo como divertimento. De hecho la paranoia –la real, la ficticia o incluso la ficcionalizada– es menos un tic psicoanalítico o un proceso mental que un género de consumo. De allí que, el libro de Graziano puede ser hasta divertido, leído como entretenimiento paranóico-crítico. Y así es como lo va a entender la mayoría de sus lectores, ya que, por más indignación que le pongan a la cosa, ninguno va a intentar capturar a Bin Laden o se va a volver espía para descubrir las peleas subterráneas de las superpotencias mundiales.

Teoría del complot

Si usted compra Nadie vio Matrix y la pasa bomba abajo de la sombrilla descubriendo cómo la realidad se teje a sus espaldas, anímese y por unos pocos pesos consígase Teoría del complot de Ricardo Piglia. Es un muy breve librito de sesenta páginas que se lee en una hora y explica, con una síntesis y una claridad admirables, porque el libro de Graziano es tan torpemente atractivo.

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