joven de 15 años en la guerra y en el ejercito rojo - foto de vova egorov

Por Juan Terranova. Lunes. Termino de leer Técnicas del golpe de Estado de Malaparte, uno de sus primeros libros. Él dice que lo hizo famoso. Y Serra lo confirma en la biografía. Publicado por primera vez en francés, reescrito varias veces después de la guerra, no me terminó de seducir. Su hipótesis de base: el golpe de estado es una técnica en la que no participa la lucha de clases, ni el proletariado ni cualquier otra cosa que no sea “un grupo de ingenieros y hombres decididos y veloces.” Demasiado coyuntural, demasiado ligado al principio del siglo XX, ofrece lo mejor en los capítulos dedicados a la Revolución Rusa y a Mussolini. Mientras tanto, los “golpes de mano” parecen hoy tan lejanos... Me quedo con estas líneas: “En las llanuras de Lombardía, Bonaparte se prepara para adueñarse del poder civil estudiando en los clásicos el ejemplo de Sila, de Catilina y de César.”

 

Martes. Tanto pedir la revolución, la revolución, y al final lo único que necesitábamos era Internet para compartir la felicidad de nuestras miserias. ¿Quién de nosotros escribirá La enfermedad infantil del “progresismo” en el kirchnerismo?

Miércoles. Paso por la librería de Gogui, zona crítica literaria. Compro Escuelas literarias de Carmelo M. Bonet. Editorial Columba. 1953. 18 pesos. Y Los cantores de la Naturaleza de Sainte-Beuve. En la portada dice "Editorial Schapire", adentro "Editorial Kier." 1944. 18 pesos. Escuelas literarias trae un sello del Partido Peronista. Sí, del “Partido.” El sello dice "Partido peronista. Unidad Básica Bº Gral. Mosconi. Biblioteca 17 de octubre." ¿Sueñan los lectores de Mosconi con una crítica literaria peronista? Adentro de Los cantores de la Naturaleza, hay una nota manuscrita. Copio el inicio. La caligrafía es estirada, legible con esfuerzo. “Amenidades de la crítica. Sainte Beave. Controlar: el autor parece que toma el asunto principal únicamente como pretexto para una multitud de nuevas observaciones y de curiosas disertaciones.” ¿Tienen estos libros el aura histórica que yo les encuentro? “Amenidades” aparece subrayado.

Jueves. En los fondos de una estación de policía de la provincia tailandesa de Phayao Muang, hay un árbol, un tamarindo, con forma de piernas y coxis femenino conocido como “el árbol vagina.” Según los pobladores de la zona, este árbol predijo los números ganadores de la lotería. El tronco tiene una hendidura de cincuenta centímetros con una protuberancia del tamaño de un puño en su zona pélvica. Los lugareños interpretan la posición como una forma del yoga sexual donde la mujer extiende sus piernas al cielo. Thongphian Thammakha, la dueña de una tienda aledaña, dice que el árbol psíquico tiene más de cien años de edad y que la hendidura siempre estuvo, pero que fue hace poco cuando comenzó a desarrollar un montículo clitoriano. No se dice en ningún lado cómo, con qué método adivinó los números ganadores.

Jueves, más tarde. Encuentro una foto de Vova Egorov, un soldado soviético que a los quince años formó parte del Ejército Rojo. Busco algo, algún dato más, pero no encuentro más. En la foto Vova sonríe. Parece tener incluso menos de quince años. Dios lo cuide.

Viernes. Hace casi noventa semanas que escribo este diario. Lo reviso. Faltan libros que no consigné por olvido o pereza. Y hablo de libros que no leí ni voy a leer. Esa también es una forma de leer. (¿Será cierto que Eleanor Marx, la hija de Karl, fue la primera traductora de Madame Bovary al inglés?)