Por Juan Terranova. Sábado. El helicóptero choca contra el edificio. Pienso en pirañas, en tatuajes. Ayer el barman de la fiesta me contó una historia de pirañas. Después pensé en un ventilador de pie, solo, funcionando en una habitación vacía. El barman me dice que usando el vodka para limpiar las heridas externas se entienden muchas cosas. La psicología de la piraña no es compleja. Una dentadura de agua dulce perdida en la correntada.
Sábado a la tarde. Esta noche tengo invitados en casa y me decidí a limpiar un poco y a esconder cierta bibliografía compuesta de panfletos antisemitas, historietas de naziexplotation y números viejos de Todo es historia dedicados a la segunda Guerra Mundial, que luego, desde ya, serán tema de conversación irónico durante el ágape. ¿Hipocresía? Ah, la lucha banal contra la hipocresía, rasgo fundamental del barroco en el siglo XX. Saquenme todo, anulen mi vitalidad y mis deseos, pero déjenme, al menos, ser un poco hipócrita, conservar la pequeña máscara indispensable.
Domingo. Pasa por Buenos Aires Ramiro Sanchiz con su mujer y su hija de cinco meses. Después de cenar nos quedamos charlando. Hace calor. Hablamos de Asimov, de su pragmatismo, de su teoría del vidrio transparente a la hora de escribir. “Murió de Sida” me dice Sanchiz en un momento. No lo sabía. “Y Cortázar también” agrega. Me deja una pieza. Después comienza una argumentación detallada y sintética a favor y en contra de estas teorías, citando libros y fechas. Escuchamos Bartok y Alban Berg, que me acabo de dar cuenta se parece mucho a Christopher Walken.
Domingo, más tarde. Me hubiera gustado conocer a Schönberg cuando era joven y trabajaba en el Wiener Privatbank Werner & Co. También cuando dirigía el coro de metalúrgicos de Stockerau.
Lunes. Schoenberg en una carta a Busoni, 1909: “My goal: complete liberation from form and symbols, context and logic.”
Martes. Semanas de saqueos, contrasaqueos y festejo de los treinta años de democracia. Hubo muertos y heridos y mucha gente tratando de que le pase algo, leyendo en Internet las noticias mientras ocurren. Bajo el sonido de la TV y pongo música dodecafónica sobre esas imágenes de tensión y violencia. Otra música.
Miércoles. Treinta años de democracia. La argentina se zombifica hacia la navidad.
Jueves. Un artista de la web que firma El Fafero interviene billetes de dos pesos transformando a Mitre en otros personajes. Acabo de encontrar uno con la cara de Alf diciendo: “No hay problema.” Es la mejor crítica implícita a la inflación que vi hasta ahora. La mejor crítica a la inflación y la única buena.
Viernes. Recuerdo una vieja entrevista a Tulio Halperín Donghi en Página/12. La busco. La encuentro. Es de oviembre del 2003. Ahí el historiador dice sobre Eduardo Duhalde:“No quiero coronar a Duhalde, que en muchos aspectos no es un político admirable, pero tiene un rasgo poco común entre los políticos argentinos: es una persona sensata. En ese sentido hizo una contribución importante. Cosas como las que vivimos desde diciembre del 2001 son distintas a las que se suponían.”
Sábado. La alegría de la web, ¿de qué tipo es esa alegría?