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Por Juan Terranova. Lunes. El titular dice “Detienen a un hombre que exorcizaba mujeres con su pene.” La nota describe el accionar mínimo de un hombre chino llamado Huang Jianjun que fue detenido en la provincia de Guangdong por haber convencido a una mujer de que su pene podía “ahuyentar a los malos espíritus de su vagina.” ¿Quién lo detuvo? The Huffington Post dice que la víctima contactó al “cazafantasmas” porque necesitaba ayuda para seducir a su jefe. Jianjun le ofreció “una extraña propuesta de exorcismo que le costaría 2.500 euros.” (¿Euros en China? ¿O se trata de un cambio hecho por el redactor?) Según el exorcista los fantasmas que tenía la mujer en su vagina le impedían que su jefe se enamorara de ella y “solo podría deshacerse de ellos si él le introducía su miembro.” Pero, al parecer, en declaraciones a la policía, el hombre confesó que sufre de diabetes, lo cual le impide tener una erección, así que difícilmente haya podido violar o pretendido violar a nadie. La idea de tener fantasmas en el sexo es freudiana. La talking cure china pasa por los genitales de un diabético impotente. Y todo por un ascenso.

 

Más tarde. Siempre vi los libros como herramientas de evasión, de conocimiento, incluso de superación. Ahora vivo rodeado de libros y siento que no hacen otra cosa que marcar mis limitaciones. Así, me torturo con la dulce idea de que escribir es avanzar pero de espaldas, rogando no estar desnudo como en un sueño.

Miércoles. Leo el curriculum del Rick Rubin de Wikipedia como si fuera un largo poema o una ópera rock. Gogui me dice que una vez con Diego decían que Rick Rubin tendría que “venir al Luna Park, salir al escenario y saludar. Nada más. Nosotros lo aplaudiríamos durante dos horas y gritaríamos “gracias, maestro.” Más tarde le comento a otro amigo que me gusta la expresión "A los ponchazos". “¿Por qué será?” me responde, irónico. Me pregunto si existe una forma de leer a los ponchazos. ¿Qué sería lo contrario? ¿Leer con un lápiz, anotar, fichar? La lectura en Internet es, un poco, esa lectura. “A los ponchazos.” El poncho es una prenda de vestir que por telúrica no deja de ser noble. Más tarde, leo una vieja nota de Clarín. Titular: “Tu perro y su caca: cómo afectan la salud de todos.” La nota cuenta que un perro mediano genera unos dieciocho kilos de excremento al mes, y argumenta que ese excremento se transforman en polvo y se incorporan al aire que respiramos. El aire enmierdado de Buenos Aires, su causa.

Miércoles, más tarde. Rolling Stones argentina puso al Papa en su tapa después de que lo hiciera la Rolling Stones Casa Central. En una de esas típicas notas armadas con declaraciones tomadas al boleo Martín Kohan hace gala, una vez más, de toda su brutalidad racionalista. Martín Caparrós también dice gansadas. Pero Kohan es peor. Si cualquiera dijera cosas parecidas sobre alguna autoridad rabínica lo acusarían de antisemita. Pero eso no es lo que importa. Lo que importa es el fondo de internacionalismo anacrónico que tapa la autodenigración nacional. Copio un fragmento de su declaración: “Tal vez Francisco haya hecho cosas que están entre las mejores que se pueda llegar a esperar de un papa. Pero, ¿qué puede esperarse de un papa? En Argentina encendió uno de esos fervores de patriotismo que prenden tan a menudo entre nosotros, lamentablemente, y un reflujo de religiosidad que a mí me resulta medieval. Ha impulsado algunos cambios apreciables en el contexto Vaticano, pero, aun así, ¿cómo podría cambiar la imagen de la Iglesia en apenas un año, después de tantos siglos de masacres, ignorancia y persecuciones?” ¿Reflujo medieval? ¿Fervor patriótico? ¿Cambiar la imagen? Esa “imagen” no es solo “imagen” es la idea contundente, adocenada y superficial que un profesor universitario que vive adentro de una heladera tiene del catolicismo. ¿Y la contención y la sanación que lleva la palabra de Dios a los creyentes? ¿Y la asistencia material que les provee? No, eso no le importa. Como buen marxista libresco, el bienestar del hombre le interesa apenas como parte de la bibliografía de un plan de estudios. Kohan: el conocimiento lo atraviesa como el agua podrida pasa por una alcantarilla. Tenemos tantas cosas para hablar, si no fuera tan cobarde...

Jueves. Me entero por Cristino Bogado que murió Leopoldo María Panero. Busco algo más de información y caigo en YouTube donde ya viejo habla y fuma como un loco del Borda. Encuentro sus poemas. “He vivido dos años en el Pueblo de las Moscas/ y aprendido a nutrirme de lo que suelto” dice en uno. Leo de Google Books el principio de Prueba de vida: autobiografía de muerte, donde el castellano suena como un río. Quien pudiera escribir así, con la mugre de todos los reyes de España en la espalda. Su estilo que hace quedar a Céline como un prosista tímido y prolijo. Después me bajo El desencanto la película de Chevárri. Recuerdo haberla visto hace años. Descarga bien y rápido pero por un problema de software no puedo escuchar el audio. Estuve un rato mirando a los Panero gesticular, buscando la manera de acceder a sus voces. Al final me rendí y los vi hablando sin audio, con todo su arsenal de muecas repetidas para la eternidad.

Viernes a la mañana. Henri Meschonnic escribió: "Vivir no es suficiente. Todo el mundo vive. Sentir no es suficiente. Todo el mundo es sensible. La experiencia no basta. El discurso sobre la experiencia, tampoco.”