children & hallucinogens

Por Juan Terranova. Domingo. Hoy vi Le Mépris de Godard y Dredd, basada en el comic Judge Dreed, la del 2012, no la de Stallone. La casa de Malaparte se luce mucho en la película de Gordard.

 

Lunes. Descargo el libro Las ciencias sociales como forma de brujería de Stanislav Andreski pero no lo puedo leer. Leo los agradecimientos, leo un poco de la introducción y lo dejo. Ya con el título tengo demasiado.

Martes. Titular La Nación: “Chaco: una joven murió ahogada en barro en el festejo de sus 15 años.” El artículo dice: “Como parte de una tradicional celebración, familiares y amigos la arrojaron a un charco de barro que había sido cavado frente a su casa.”

Martes, más tarde. Leo un artículo muy bueno de Saer –una rareza porque era un pésimo articulista– donde le hace justicia a José Salas Subirat, el famoso primer traductor del Ulises de Joyce. Saer cuenta que, como editor, Rueda había lanzado un concurso que implicaba la traducción de un capítulo del Ulises y Salas Subirat le llevó el libro entero. La traducción “la había hecho para él.” Esa confirmación pasional de que hay lectores tan poderosos escondidos resulta hermosa. También que Saer diga que Salas podría haber sido un personaje de Joyce me parece simpático, esperanzador, bien leído. Pero, más allá del mito, Saer no puede con su genio y en un momento escribe: “el río turbulento de la prosa joyceana, al ser traducido al castellano por un hombre de Buenos Aires, arrastraba consigo la materia viviente del habla que ningún otro autor –aparte quizá de Roberto Arlt– había sido capaz de utilizar con tanta inventiva, exactitud y libertad. La lección de ese trabajo es clarísima: la lengua de todos los días era la fuente de energía que fecundaba la más universal de las literaturas.”

La lengua de todos los días, esa energía. Muy bien. Pero luego Saer agrega: “En Internet, que es la patria natural del dislate, entre varias aberraciones relativas a la primera versión de Ulises, se menciona también el colmo en la materia, producto de una vulgar operación comercial: la masacre que un tal Chamorro cometió en 1996, corrigiendo “hasta un 50%” de la versión de Salas Subirat, a la que acusa de caer, entre otras cosas, “en localismos propios del habla porteña”, como si un inglés de Londres pretendiese traducir los localismos populares de Dublín que figuran a granel en el original de Joyce al habla de Oxford.”

La reivindicación patriótica de Saer me parece válida. Le hace justicia a Salas Subirat. Pero ¿no es Internet la lengua “de todos los días” para nosotros, en el siglo XXI? Por otra parte, “la patria natural del dislate” es un excelente definición de la web. Muy joyceana. El problema es que también le cabe como definición a todas las literaturas nacionales. La mejor definición posible de Saer sería la de un excelente novelista encerrado en el cuerpo de un gordito pie plano lleno de prejuicios baratos.

Miércoles. “For more information please reread.”

Miércoles, más tarde. En París, todavía se mata gente con Ak-47.

Jueves. Hoy Elvis cumpliría ochentas años.

Jueves, más tarde. Otro apuñalamiento de fin de año. El copete: “El crimen ocurrió en Río Negro. La víctima, de 31 años, sufrió una herida cortante de tres centímetros que le perforó el corazón.” El comienzo de la nota: “Un padre asesinó a su hijo de una puñalada en el corazón luego de una discusión en la mediodía del 1 de enero de este año, en Cipolletti, Río Negro. “Me mandé una macana, apuñalé a mi hijo”, confesó el homicida.”

Viernes, mediodía. La tapa de un libro de una Penguin Guide. Titulo: Children & Hallucinogens Subtitulo: The future of Discipline. La ilustración: cuatro fotos con cuatro niños en estado de alucinación. Uno tiene una media en la cabeza. Otra, una nena, juega con unas tijeras como si fueran anteojos. Otra tiene los ojos blancos. Otra intenta ver a través de dos tubos opacos. En el medio, una antigua aguja hipodérmica. Los colores en tonalidades verdes, las fotos, la idea de futuro, infancia y drogas... Google enseguida dice que es un fake. Otra vez, era simplemente demasiado. Pero los fakes siempre nos dicen algo y esa tapa está hablando de un estado del mundo anterior al nuestro.

Viernes, más tarde. Un titular: “Estados Unidos: Crean balas recubiertas de cerdo para enviar terroristas islamistas al infierno.” El fabricante dice que las balas matan y condenan, por eso trabajan en dos niveles. El nivel material y el nivel celestial. Eso lo agrego yo. Pero es algo obvio. Aunque sean ineficientes y están basadas en prejuicios y en malas lecturas del Corán esas balas entienden mejor lo que pasa con los árabes y el fundamentalismo islámico que muchos de los analistas políticos laicos occidentales.