Por Juan Terranova. Lunes. Escucho unos cuartetos de cuerda de Schubert sin mucho provecho. Los de Beethoven, completos, tocados por el Quartetto Italiano, me gustan y me dicen más. Son nueve horas y vas del clasicismo al romanticismo e incluso un poco más allá. Una breve historia del comienzo de la modernidad y los sonidos de la pasión.
Martes. “If you want to be love then go be a movie star” dijo Dick Cheney.
Miércoles. El domingo, elecciones. ¿Análisis? Nada. Siempre hay confusión y fastuosidad en el poder, un combinación de la cual es fácil quejarse. Góngora escribió en 1588: “Grandes, más que elefantes y que abadas,/títulos liberales como rocas,/gentiles hombres, sólo de sus bocas,/illustri cavaglier, llaves doradas.” Pero el mismo domingo 9 se cumplen también cuarenta años de la muerte de Dmitri Dmítrievich Shostakóvich. No espero nada del sordo y analfabeto periodismo cultural argentino. Pero yo lo voy a recordar como lo recuerdo siempre, escuchando la sonata para piano y viola opus 147 que es algo deforme y sensual y bello, su última obra, terminada una semana antes de su muerte.
Miércoles, más tarde. Me regalan el libro de los chistes de Zizek editado por Anagrama. ¿Qué es? Bueno, eso mismo: una recopilación de los chistes que hace Zizek en sus libros. Chistes desgajados del ensayo primario. O sea, purgaron el psicoanálisis, a Hegel, a Lacan, a Marx, todo el aparato interpretativo y bibliográfico, ¡y dejaron los chistes! Claro que Zizek está también en esos chistes pero es como hacer una cena solo de aceitunas y cerezas al marrasquino. Un experimento raro que el pudor no me permite analizar. Ningún lector de Zizek se interesaría en ese libro y ningún no lector de Zizek se interesaría tampoco. O sea que es un libro sin público. Y lo peor es que los chistes son bastante desparejos en calidad. Más tarde, Andrés Rolandelli me trae su libro sobre Carl Schmitt. Empiezo a leerlo. Un ensayo, sólido, informado, sobre un alemán que hizo teoría política en el corazón del siglo XX, editado en Rosario desde este ya bastante avanzado siglo XXI.
Jueves. Leon una nota en El País. “Desde hace 83 años el mausoleo número 22 del cementerio de Stahnsdorf, en las cercanías de Postdam de Berlín, es una visita casi obligada para los amantes del cine que llegan al idílico cementerio construido en la mitad de un bosque para rendir un homenaje a Friedrich Wilhelm Murnau, el célebre y genial director alemán de la inolvidable película Nosferatu, estrenada en 1922, y joya del cine expresionista. Sin embargo, el famoso mausoleo se convirtió esta semana en el centro de atención de la policía alemana y de las autoridades del cementerio. El motivo: un hecho criminal descubierto por casualidad por el responsable del cementerio, Olaf Ihlefeldt. Durante un recorrido de inspección regular, el empleado observó que la puerta del mausoleo estaba forzada. (…) Cuando Ihlefeldt abrió el ataúd que contenía los restos mortales del director de cine, que murió en 1931 a la edad de 42 años, descubrió que había sido robado el cráneo.” La nota se pregunta si es posible un “ritual satánico.” Si ese es el motivo hay algo fílmico, místico y altamente metonímico que le habría gustado, supongo, a Murnau. Que el guardia del cementerio se llama “Olaf Ihlefeldt” también es un detalle acertado del destino. No es algo nuevo. El cráneo de Goya lleva perdido más de cien años.
Jueves, más tarde. Releo La construcción de Carlos Godoy. Leo un ensayo biográfico sobre Velazquez. Sigo con El absoluto literario que me gusta. Leo una nota titulada: “The Nazis’ 10 Control-Freak Rules for Jazz Performers: A Strange List from World War II.” Después escucho una canción de la Italia fascista, la Canzone dell’Africa, qué tiene una parte que dice: “Avanti, gloriose schiere,/ pianteremo le bandiere tricolori,/ avrà l'Africa un sol nome: Roma!/ che è il gran nome dell'eterna civiltà!”
Sábados. Los sábados a la noche cuando vuelvo del museo hacen que me identifique con estos versos del tango: “Y se juega el resto la doliente anemia/ Que espera el tranvía para su arrabal.” Recién llegado, cansado, habiendo terminado la semana, escucho un aria de Mozart. Me gustaría explicar, Dios mío, lo inexplicable. A quién no.
https://www.youtube.com/watch?v=v6yHjMaug1M