MENTIR POR LA HIPÉRBOLE |
El arte de titular mal |
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Textos fascistas, poemas incómodos
El 24 de agosto Crítica publicaba un resumen, escueto, bastante frío, con información más o menos conocida sobre el “affair Neuquén”. Hasta acá, el clásico chirle periodístico de siempre. En sí mismo, ya bastante malo porque suma más pasta al ruido, no toma posición directamente y no se agrega nada. Lo esperable. El tema es que el encargado de titular la nota pone “Un texto fascista se lee en las escuelas”. Y la risa es que no hay nada en el cuerpo de la nota que sostenga semejante titular. Lo de Crítica es tan lamentable como un título que editorializa en contra de la nota que titula. (Esto más allá de que el uso rápido, equívoco y melifluo de la palabra “fascista” es especialmente molesto.)
Entropía periodística
Lo que sucede aquí es la famosa “Técnica Noticias del anzuelo”, en relación al semanario de la editorial Perfil. ¿En qué cosiste esa técnica? No es nada del otro mundo. Se trata de mentir por la hipérbole; o sea cargar bien el titular y adentro que se arregle el lector con lo que encuentra. Por eso, lejos, lo mejor en Noticias son las tapas, suerte de vida que nace y muere en un espacio-tiempo diferente al de la nota. Es el arte de titular mal para vender bien, o por lo menos para indignar, o por los menos para llamar la atención. Lo cual puede traducirse en la búsqueda histérica por salir de la entropía que desemboca directamente en lo que se quiere evitar. La semiología más primitiva podría decirnos mucho acerca de la idiosincrasia argentina leyendo solamente las tapas de Noticias.
Monólogos predecibles
En este contexto mediático, entonces, cuando su diario pone titulares como este, no es raro que Lanata haga monólogos en el teatro de revista. Lo raro es que Fontevechia no escriba un Arte de la Guerra a lo Tsun Zu –falta la teoría, la práctica son sus revistas–, o que algunos periodistas consagrados por la Sociedad Rural no salgan vestidos de gaucho, con chiripá y bombacha en alguna marcha del orgullo gay. Una muestra de la poesía de Héctor Kalamicoy, cuya fuerza expresiva está por arriba de toda banalidad burocrática o periodística, puede leerse acá.
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