LAMENTABLE PROTAGONISMO FEMENINO EN LAS NOTICIAS |
Cosa de minas |
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Claro que hubo voces morales tratando de recordar el deber ser. Que es un horror que las chicas se operen el busto tan jovencitas. Que los médicos responsables no están de acuerdo con esas prácticas. Que nuestras costumbres no aconsejan la poligamia. Pero, seamos sinceros, ¿no notaron cierto clima festivo al hablar de esos temitas? ¿No escucharon a más de uno que sonriera, tímido, reconociendo en algunas de esas noticias alguna de sus más oscuras fantasias? ¿O que dijera que Juan Carlos, el remisero, es un capo? (¿o acaso algunos no lo siguen diciendo de Barreda?).
¡Ojo! Los entendemos. Todo el tiempo les está pasando a los hombres que algún desodorante les ofrece rubias dispuestas a bañarlo o a morderle la cola en el colectivo. O que una gaseosa les promete un póker de mujeres turgentes. Si hasta las cremas para peinar se venden con una mujer pidiéndole a Dios tetas después que le hubiera concedido el don del pelo lacio. ¿Cómo no van a pensar que eso es lo que hay que esperar de las mujeres? Por supuesto que pocos podrían sostenerlo públicamente, porque lo políticamente correcto es aclararle a la nena que no corresponde pedir las tetas como regalo de cumpleaños de 15. Pero a papá se le ilumina el rostro cuando aparece Luciana Salazar en pantalla.
También entendemos que para ser sujeto de la noticia la mujer tenga que ser rubia, pulposa y sexualmente abierta. Por eso alcanzan 200 mujeres investigadas por una ¿universidad? para confirmar que los hombres las prefieren rubias. Es suficiente un par de concursos en boliches periféricos para transformar un recurso barato de promoción en un indicio sociológico sobre las decisiones de las jóvenes. Y el caso de las gemelas que viven con un hombre basta para presentar al polígamo como un héroe. Casi que hasta nos olvidamos de la otra poligamia de hace un par de semanas: el caso de la nena de Mendoza embarazada por su padrastro. Pero ahí la mujer no fue sujeto de la noticia: fue víctima.
En los medios suele pasar que un caso chiquito sirve para explicar una regla general. Y en el caso de las mujeres, los casos de más impacto mediático delatan por donde pasa esa regla. Una rubia alzada y resulta que todas las rubias están excitadas. Triunfa una tetona, y todas deberían serlo. Pero, por el contrario, no importa que la chica que ganó el tan mentado concurso haya decidido rechazar la operación. Como no importa ahora descubrir que Adelfa se casó por afecto a su amigo gay porque el festival ya quedó montado alrededor de la imagen de la vieja loca que se enganchó al pibe. Ninguno de estos casos alcanza para restituir la sensatez al género femenino. Porque la cosa funciona solo si se encaja en el “estereo-tipo”.
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