HUMOR INTELECTUAL EN LA TELE
¿De qué te reís?

Peter Capusotto y sus videosPor: Adriana Amado Suárez. La TV, siempre criticada por el gag fácil y oportunista, nos está regalando un derroche de parodia, forma de humor un tanto sofisticada. Y para mejor, la tele no se ríe de nosotros como en la época de las cámaras sorpresa, si no de ella misma (¡justicia por fin!). Tampoco lo hace con el trazo grotesco de “Los Roldán”, que hacía escarnio de los usos y costumbres de las clases venidas a menos. O de “Gasoleros”, que ridiculizaban a los que alguna vez fueron del medio, y que desde esa época engrosan las filas de los pobres. Ahora la TV se ríe del estrato que le sigue en el nivel ascendente: los bienaventurados progres de espíritu, clase social que se define por su capital cultural más que por el monetario. Sí, esos que el ascenso social argentino ubicó por encima de su origen hoy son el objeto de parodias varias. La primera sorprendió a todos por youtube y extendió la gracia como un virus. Capusotto con inteligencia exquisita se estaba riendo de los ahora sagrados setenta y sus cantantes de protesta y de los pretensiosos de los noventa que van a comer a restaurantes de la cadena “¡Uy nos rompieron el orto!”.Después fue a por todos: el subsecretario de Educación que preserva el lenguaje de los jóvenes como les gusta a algunos funcionarios (¡con mano dura!); Micky Vainilla, el cantante pop que no disimula su racismo; o el Emo, ese niño rico que tiene tristeza.

El éxito imprevisto para un programa marginal fue la prueba de que la generación de la televisión era capaz de decodificar un humor sutil. Y para nuestro deleite apareció “Todos contra Juan”, que no es una parodia del star system vernáculo, sino bastante más. Juan parodia al perdedor de la peor especie: el no asumido. De esos que circulan por los medios rememorando sus glorias pasadas con las que tratan de obviar sus fracasos actuales. Como Sofovich, dramaturgo argentino dedicado hoy a sostener un cartelito en cámara; como los Peter Pan de la Juventud Radical; como las Silvina Chediek que se abrazan a cuanto logo pinte en un evento para aparecer en las revistas por lo menos en una foto tamaño carné. Todos usufructúan lastimosamente éxitos pasados que ya nadie recuerda. Casi como Juan Peruggia. Y ahora vienen “Los Exitosos Pells”, menos sutiles pero más efectistas, que apuntan a los intocables: los pro-hombres y pro-mujeres de las noticias. Que ya sospechábamos que no eran tan duritos y engolados, aunque ellos sigan vendiendo su patente de serios a los yogures y supermercados. Sol y Martín Pells vienen a demostrar que no les creíamos mucho, si no más bien, que nos causan gracia.

Toda parodia necesita de dos referentes para provocar risa: lo que se ve, que a veces es gracioso de por sí; pero también aquello de lo que se ríe, que aparece en trazo grueso, desmesurado. El músico frustrado se llama, para que no queden dudas, Juan Carlos Pelotudo. La periodista afloja su “tránsito lento” con Easy Defec (¡por fin alguien que lo llama por su nombre!). A Juan lo bardean hasta sus alumnos de 8 años. Lo más curioso es que estos programas llegan al corazón de las audiencias con años de televisión. Sólo un heavy consumer de la cultura masiva puede captar la sutileza de la parodia a los actores diciendo estupideces como si fueran declaraciones trascendentales; a los músicos que solo ellos no saben que son irremediablemente desafinados; a los periodistas que se creen serios pero dan risa. Sólo los videoniños pueden reirse con ese humor, el único posible cuando los políticos son intocables y la realidad social demasiado dura como para chistes. Como Luis Almirante Brown, “el poeta que logró articular la intelectualidad con lo popular”, hoy la tele ofrece un humor intelectual. Que contrariamente a lo que suponían, tiene rating.

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