SIN ALFOMBRA ROJA
Yo fui a una avant premiere

CAZAFAMOSOSPor: Adriana Amado. Sí, tengo que confesarlo. Yo fui al estreno de una película. Y no se trata de una exquisita pieza de cine europeo, que convoca especialistas e intelectuales. No, no, no. De cine argentino hablamos, y tampoco de ese rebuscado que intenta ganar el beneplácito de ese selecto público que, como dije, no estaba en mi avant premiere. Ni ahí ni a varias cuadras a la redonda.

Yo fui testigo y partícipe de lo que se llama un “evento de la industria”, de esos que pretenden convocar a figuritas y figurones, que se paran enfrente de los afiches de la película para que luego salgan en cuanto programa cuadre dando su testimonio de celebridad. La promesa de famosos llenó la vereda del cine de Belgrano de adolescentes alzadas que cámara en mano, corrían presurosas tras cada taxi que paraba por ahí. Esperaban un famoso carilindo, pero igual le entraban hasta el pelado de CQC, que ganaba como el mejor. Porque a falta de galán, bien viene un notero para colgar en el fotolog.

Mientras tanto, contra la puerta, los invitados se amontonaban en dos filas. Una, para los que tenían una invitación que decía “Sala 1”, que parece que era la posta (cola mirando al norte). La otra fila era para los que iban a entrar en los asientos que dejaran los invitados “especiales”, y como era la de limosna, era lógico que esa fila mirara al sur. Claro que tardó mucho en que los dos grupos se transformaran en un amasijo, que hacia honor a la integración social peronista: paquetérrimas señoras que se decían íntimas del director, mezcladas con niñas que sacaron del placard los tacos altos, por si se cruzaban con Nicolás Cabré; abnegadas jubiladas en busca de un entretenimiento gratuito con muchachitos que se pusieron todo el acné que tenían para el evento. Ni hablar cuando abrieron las puertas: por cada dos Sala 1 se mandaba uno de la fila sur. Pero como el ingreso se hacía con el efecto salida de Subte D en Estación 9 de julio en hora pico, los “invitados” no teníamos mucho para objetar. La cosa era entrar y conseguir un asiento (a esa altura, ya no importaba que fuera bueno, sino que por lo menos hubiera uno).

Adentro no terminaba el traqueteo. A los que no podíamos acreditar consanguineidad con la producción y/o dirección y/o refamoso, nos mandaban a la pullman, no importa qué tarjeta VIP nos hubiera convocado. Por suerte acomodaron también ahí a todas las adolescentes que habían actuado como figurantes, que se desgañitaban a gritos y festejos cada vez que alguna parte de su anatomía aparecía en pantalla: una zapatilla, el brazo empuñando el palo de hockey, la espalda de la jugadora que abrazaba a la protagonista. “Aahhhhh”. “Uuuuyyy”. “Ehhhh”. Incluso el cura del casamiento despertó una aclamación que bien querría para sí Monseñor Casaretto. Era como estar en la popu... Nunca imaginé que un estreno nacional podía despertar semejante entusiasmo. Sentí por primera vez que los fondos del INCAA volvían al pueblo. Y gritando nos sumamos a la fiesta...

Al terminar, los famosos que no tenían compromisos de prensa, huyeron, dejando al público a la merced de noteros hambrientos de declaraciones, que se metían en los baños por si quedaba alguien para justificar el móvil, o interceptaban a los incautos para preguntarles “¿Qué es lo que más te gustó?”. Nada de glamour, ni degustación de vinos, ni de amabilidad para los espectadores, la mayoría de los cuales parecían conformarse con asistir en directo a la visión de las figuritas de la tele. Hasta el souvenir era del tipo “Hágalo ud. mismo”: click...

Cuatro horas después de haber llegado entusiasmada a la puerta del cine, veía extinguirse las estrellas del firmamento mediático junto con las luces de las cámara de Infama. Avant premier sin alfombra roja pero con onda. Lo peor de todo es que ni siquiera había sido invitada especialmente (me pasaron la entrada). Todavía no estoy en los listados privilegiados de los prenseros, porque ellos concentran sus invitaciones en los personajes a los que pueden mendigar una nota o una foto con logo en el fondo (que después usan para mendigar una nota en la sección Vidriera). Si supieran que acabo de dedicarles una columna... Igual, como no me invitaron, no voy a mencionar la película. ¿O no es así que funciona la cosa?

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